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Consuelo García del Cid Guerra

nochedad- Fanny G. Jaretón

            NOCHEDAD

                                                    <<…Y te amo como se ama a un pajarito muerto…>>

                                                                                                                     M. Bandeira

 

Cómo inventar la pausa, el diptongo que no lastime la garganta y el desoncuelo de un ala que lánguida ha perdido la noción de la distancia en  las bodas de las algas, golpeando cúpula en la piedra, que espera la ensordecida mudez de la revancha.

Se estancia la soledad como la tecla del piano que negra, negra, en negra se ha quedado resistiendo en la hendija desvencijada por tanto tacto.

Escucho al coro de ángeles fuliginosos, las promesas rompen lloviznas sobre la grava, me mojo hasta encallar a los huesos en la  memoria, algo se vende dentro mío y me vence, tiemblo un dulzor antiguo, los recuerdos se parapetan entre retentiva y desamparo y la sed riega los campos áridos donde los labios jamás volverán a posar el nido dónde tu tacto; phostumus se levanta al pliegue del sueño, nada ha cambiado, la arquitectura de las viejas casas son azuzadas por el céfiro alborado, estanca voy de otoño cruel donde se me volaron todas las hojas, las tapas del cuaderno víctimas han quedado sin conjunto y el lapicero de clavo grafito ya no talla la remembranza, aún así sonrío en la gloria del vendaval que castra  la soledad del vacío y me caigo en el bostezo impronunciable, no puedo planear un jadeo de marcha cuando me han acortado todos los caminos irreparables, la barca es tempestad de silencio y el cielo se rompe pesado de preguntas, grito hasta quebrar a la voz, la jaula del  pecho es pesebre de orfandad. ¿Naceré a un nuevo concepto de pobreza y misterio?

Cuánto callejón metiéndose al polvo de mis ojos, cuánta niñez desamparada, cuánto juego escondido en el dobladillo de la ingenuidad, no hay cabañas ni tíos Toms violando las siestas, las higueras y sus sombras, el corcel escapa de las correrías de todos los sueños y la fantasía se viste de duelo, rasgo los visillos de la nada para contemplar la naturaleza muerta, un solo trago salobre acusa el mercurio de la sangre y en ella evidencio el peso de mis ganas, me hundo espaciosamente entre paredón y entelequia, finas hebras tejen el arcabuz de mi suerte, disparada donde el ataúd es cuna del compromiso en el que velas  el triste destino, ya me sabias desde entonces cuando me inventaste a cuenta de tu acaso, tan avizor agudizaste el ojo de lupanar donde no cabía mi trato por el tuyo, donde fuiste vos y vos primero, supinos contra terneros, tierna mantequilla resbalando en esta suerte de incertidumbre.

En este colofón de  resentimiento, si hubiese imaginado que todo lo creíble era posible en el arbitraje del pacto tácito donde el amor es un país visitable…

En el exilio de estas horas, comprendo que una carretera de una sola mano no encontrará el camino de regreso.

Voy sosteniendo el revés de mi espalda para no desaparecerme en un túnel de imposible, me aferro a la mano de la postrer voluntad, al empuje de lo asequible y rezo en el leporino intento una plegaria partida, a cuenta de no perder toda la fe para no sucumbir en el filo exacto donde pensé dibujar al jazmín de fragancia enervante junto a la oveja dócil para nuestro tiempo de alianza, pero a cambio se traza perspectivo y acusador el carrusel donde giras y giras la palabra del amor con el hollín de tu tiranía cuando se tizna el brote donde me anuncias pajarita muerta y yo muerta me crezco y voy encandilando la existencia aturdida.

No puedo ver tanto misterio insatisfecho, perdóname la Vida , llévame al depósito donde la muerte ahoga intermitente al susurro del epitafio en el agitado mar de alas entregadas cuando me recuerdas eternamente: Donde nunca fuiste te he querido, enamorada.

 

Fanny G. Jaretón

 

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