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Consuelo García del Cid Guerra

DELITOS NÓRDICOS

El secuestro más largo de España fué el de Anabel Segura, seguido por el de Maria Angels Feliu, la farmacéutica de Olot. En ninguno de los dos casos llegó a los dos años.

La reacción de la prensa, tanto como la de las investigaciones policiales, desde el principio fue exhaustivo y constante, tanto en información como en investigación. Los españoles asistíamos casi a diario a las noticias sobre un secuestro y otro, cada uno en su tiempo.

Hoy , las noticias informan sobre un caso dantesco: Joeph Fritzl , de 72 años, ha sido detenido por mantener secuestrada a su hija durante 24 años en el sótano de su propia casa, habiendo tenido seis hijos con ella, que también han permanecido ocultos en ese mismo sótano. La hija, Elisabeth, tiene 42 años, y el mayor de sus hijos, 20, que ha visto la luz del día por primera vez precisamente hoy. Ha ocurrido en Austria, donde también tuvo lugar el secuestro de Natasha Kampusch, la joven que permaneció durante ocho años también en un sótano.

Elisabeth Fritzl ha declarado que su padre la sometió a abusos sexuales desde los once años, y en 1984, la esposó y la dejó encerrada en el sótano hasta el día de hoy.

Los vecinos aseguran no haber notado nada especial ni alarmante. Ha sido descubierto al llevar a urgencias de un hospital a una de sus hijas-nieta de 19 años, Kerstin, gravemente enferma. Al preguntar los médicos por las condiciones en que había enfermado y el historial médico de la madre, Joseph Fritzl ha dicho que fué captada por una secta a los 20 años, y nunca regresó. Él mismo denunció su desaparición. Al parecer, ninguno de los seis hijos-nietos ha sido inscrito en el registro civil.

“No sabíamos nada, nunca escuchamos nada” son las palabras de todos los vecinos de la zona. Veinticuatro años en un sótano, violaciones constantes, seis partos, seis bebés...nadie escuchó absolutamente nada.

Un caso más, también en Austria, aunque menos reciente, es el de una mujer, enferma mental, que mantuvo secuestradas a sus tres hijas durante siete años.

Ningún país puede estar orgulloso de sus delitos pero sí posiblemente avergonzado por la forma de tratarlos.

Los nórdicos son muy distintos a los españoles, no sólo por idioma, sino por cultura y clima. La mayoría de los nombres comunes y apellidos se caracterizan por la gran cantidad de consonantes y mínimas vocales : Las vocales significan la parte emocional. Curioso.

El frío domina sus vidas, por lo que pasan la mayor parte del tiempo en casa. Los locales de ocio, como restaurantes, bares de copas y discotecas, casi siempre parecen tranquilos. Ni una risa de más, pocas exclamaciones, conversan en un tono monocorde y educado sin alterarse, ni siquiera cuando se trata de pura diversión. No acostumbran a discutir, palabra a la que equivocadamente atribuímos un significado peyorativo, cuando “discutir” significa exponer opiniones contrarias y debatirlas. No discuten.

La tertulia les suena a cuento chino, incluso es muy complicado intentar explicárselo. De hecho, para la mayoría de los nórdicos, discutir es sinónimo de enfado y pelea. Lo consideran una pérdida de tiempo. Sólo forman escándalo cuando beben, y beben hasta hartarse. Entonces parece que todo vale, y al día siguiente se puede decir eso de “no me acuerdo de nada, estaba borracho”.

En España es prácticamente impensable este tipo de secuestros. Hasta la fecha, afortunadamente, no se han producido. Los españoles, de sangre caliente, discutimos, opinamos, mostramos lo mejor y lo peor, levantamos la voz al brindar, al celebrar y al aplaudir. Tanto la prensa como la policía, ante un caso semejante, actúa de inmediato y sin desfallecer hasta dar con el lugar y el secuestrador, de una forma u otra. Las noticias hablan a diario de cualquier delito, informando con todo lujo de detalles sobre cada paso, un día y otro día. Puede que sea una cuestión de carácter llevado hasta las últimas consecuencias. Lo malo, es que en estos tres casos concretos una serie de personas, jóvenes y niños, han visto sus vidas rotas y con muy difícil arreglo. Secuestro, incesto, violación … yo me pregunto si no es mejor estar muerto. Partiendo de la atrocidad es muy difícil analizar cómo se cometen delitos en uno y otro país, pero sí es cierto que la tortura y el silencio ( tanto popular como administrativo) asustan, producen verdadero pánico. El cuerpo y la mente no se nos queda igual ante un asesinato que ante un secuestro de veinte largos años, de padre a hija, con violaciones incluídas y seis hijos-nietos también secuestrados durante toda su existencia. Devastador. Criminal por sí mismo. Terrible. Estremecedor.

Me pregunto cómo habría actuado el gobierno de España ante otro secuestro, el de Wolfgang Ebner y Andrea Kloiber, austríacos retenidos en Mali, muy cerca de Argelia, como rehenes. Llevan más de dos meses retenidos y amenazados de muerte por Al Quaeda , que ha solicitado la liberación de una serie de presos y más tarde tres millones de euros a cambio de sus vidas. Acostumbro a ver la televisión austríaca todos los días. Ni siquiera una vez por semana informan sobre el caso. El gobierno austríaco tardó en pronunciarse, pero aún así, parece que no es una noticia con la suficiente relevancia como para ser difundida a diario. Estoy absolutamente convencida de que en España, la cosa sería completamente distinta. No sólo estaría Zapatero hablando del asunto todos los días, sino que se habrían tomado medidas, no sé cuáles, pero se estaría actuando, mediando, conversando, intercediendo…

A un país también lo definen sus delitos, lamentablemente. Yo insisto, me quedo con una rarísima sensación de silencio y tortura que me aterra. Me dá frío, y me dá miedo, mucho miedo.

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