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Consuelo García del Cid Guerra

eduardo haro teclen


Documentos

Eduardo Haro Tecglen,
el Proteo de la intelectualidad española

Se presentan una serie de documentos acerca de las variaciones ideológicas de Eduardo Haro Tecglen, desde su papel de redactor del diario franquista Informaciones hasta el de columnista del socialdemócrata El País, a propósito de una polémica reciente habida con la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre

Eduardo Haro Tecglen (1924) Eduardo Haro Tecglen (Madrid 1924), conocido hoy sobre todo por sus periódicas columnas en el diario El País, publicó el 23 de marzo de 2005 un artículo su sección habitual en el que atacaba a la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, a raíz del cese de un médico del Hospital Severo Ochoa de Leganés, acusado de provocar la muerte a varios pacientes por mala praxis en la gestión de enfermos terminales. Debido al contraste habido entre el trato al médico español y a los que han desconectado a la estadounidense Terry Schiavo, Tecglen se despachó a gusto descalificando a la presidenta autonómica como «cristianofascista». Este insulto motivó, al día siguiente, una carta de réplica en la que la presidenta madrileña desmiente las acusaciones del columnista de El País, al tiempo que vuelve la acusación contra él, señalándole por haber sido partidario de los totalitarismos más salvajes del siglo XX: «en su juventud fue falangista y estuvo a favor del fascismo y del franquismo, y en su larga madurez fue defensor del estalinismo y del comunismo», señala Aguirre en su carta remitida al periódico El País. Un día después el aludido replicó en una breve Carta al Director del mismo periódico señalando que las acusaciones realizadas por Aguirre son todas falsas, para culminar el 29 de Marzo con un artículo en el que quita hierro a su acusación contra Aguirre y a su supuesto fascismo de juventud, excusándose en que fue obligado por los «fascistas» a escribir a favor del franquismo, cuyos herederos serían los que se le atacan en la actualidad (en clara alusión a Esperanza Aguirre). Debido a que varias de las referencias implícitas sobre el supuesto fascismo o estalinismo de Haro Tecglen son desconocidas para el gran público, incluimos una recopilación de textos sobre esta polémica ordenados cronológicamente, entre los que incluimos un texto de Haro Tecglen, publicado en el diario franquista Informaciones, donde loa la figura de Francisco Franco, así como otro del suplemento «Babelia» de El País, donde hace lo propio con el líder comunista José Stalin, así como algunos comentarios en la prensa española sobre esta fugaz pero sin duda muy reveladora polémica.

Eduardo Haro Tecglen

Dies Irae

Informaciones, Madrid, 20 de noviembre de 1944

La voz de bronce de las campanas de San Lorenzo, el laurel de fama de la corona fúnebre, la piedra gris del Monasterio, los crespones de luto en todos los balcones del Escorial, los dos mil cirios ardiendo en el túmulo gigantesco coronado por el águila de Imperio que se eleva en la Basílica, lloran en esta mañana, con esa tremenda expresión que a veces tienen las cosas sin ánimo, la muerte del Capitán de España.

Hasta el sol y el paisaje han cubierto su inmutable indiferencia con el velo gris de la lluvia y la niebla, y cae sobre la ciudad –lacrima coeli–  una llovizna fina y gris.

El instituto, el subconsciente, nos ha repetido sus frases, sus profecías, sus oraciones; y no ha sido voz de ultratumba la suya; ha sido voz palpitante de vida, de la vida y el afán de todos estos magníficos camaradas de la Vieja Guardia, del Frente de Juventudes, de la Sección Femenina... La doctrina del Fundador vive en ellos como en aquellos tiempos, y si el cuerpo de José Antonio está muerto bajo la lápida, su espíritu tiene calor de vida en la de todos los camaradas de la Falange.

Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. El mensaje recto de destino y enderezador de historia que José Antonio traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo.

Y así, en este día de dolor –Dies Irae– a las once –once campanadas densas de todos los relojes han sido heraldos de vuelo de su presencia–, la corona del laurel portada por manos heroicas de viejos camaradas ha llegado a la Basílica, y, entre la doble fila de seminaristas –cirios encendidos en sus manos– ha pasado al Patio de los Reyes y ha entrado en el crucero. Ha sido depositada sobre la lápida de mármol donde grabado está el nombre de José Antonio y la palma de honor y martirio. Había dolor en todos los semblantes. Mientras el coro entonaba el Christus Vinci y los registros del órgano cantaban la elegía del héroe muerto, a nosotros nos parecía oír la clara palabra de José Antonio elevarse de allí donde el mármol vela su cuerpo.

Una alegría tenemos; la de ver que a José Antonio sucede un hombre tan firme y sereno como el que lleva a España por los senderos que él marcó.

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