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Consuelo García del Cid Guerra

THE END

THE END

“Nadie te creerá. No intentes contarle nada a nadie, todos piensan que estás loca”

“No necesito más de dos minutos para hacerte llorar en cuanto me lo proponga”

“No te dejo señales. No te pego”.

“Nunca te he puesto la mano encima. Si te atreves a denunciarme, terminarás en un psiquiátrico, te destrozaré la vida”.

“Si me abandonas, te mataré, y después me mataré yo”.

“No tienes una sola prueba física de nada”.

“Adónde vas, de dónde vienes, con quién has estado?”.

“Dame tu teléfono. Quiero ver todas las llamadas y mensajes que tienes”.

“Cuida tus espaldas. Estoy vigilándote las 24 horas del día”.

 

Ella dejó de llorar. Se escuchó el “clic” final de la grabadora. Durante seis meses, siguiendo las instrucciones de su abogado, grabó más de cuarenta sesiones de maltrato psicológico. El se dio cuenta. Primero se enfureció. Ella deseaba que al fin, por una vez, la pegara. Que la pegara lo suficiente como para poder sangrar. Lo suficiente para algunos moretones y puntos de sutura.

 

“No me dejes, no me hagas esto, sin ti no soy nadie, yo te quiero”.

“No te vayas, cambiaré, te lo juro, se acabó”.

“No puedes presentar esto en un juzgado, nadie lo aceptará como prueba”

“Eres una puta maquiavélica. No te vayas, te encontraré allí donde quiera que estés”

“Ahora mismo voy a matarme con la escopeta de caza si te vas, y mi muerte no te dejará vivir”.

“No te vayas, te prometo que a partir de ahora mismo todo será distinto”

“Yo soy el hombre que más te ha querido y nadie te querrá jamás como yo”.                         

“No te vayas, por favor, no te vayas …”.

 

Ella se fué. No más triste de lo acostumbrado ni más asustada que nunca.

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