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Consuelo García del Cid Guerra

YO SIGO

“…que se utilice la palabra "espíritu" para manipular a la gente, tan carente de brújula en la vida, tan sumergida en rutinas cotidianas demoledoras que por el simple destello de un minuto de ilusión son capaces de vender la propia ética.”

Estas palabras no son mías. Forman parte de una reflexión –compartida y dolorosa- que de nuevo aparece. Casi sin descanso. Una y otra vez.  En boca de otros que apuestan por la entrega a los demás, la autentica solidaridad.

No es curioso. Resulta tan real como absurdo, a la par que patético. Es posible que sepamos quienes somos, pero no donde estamos : Fuera de lugar.

Recuerdo una frase de “La Raulito”, interpretada magistralmente por Marilina Ross en la película de Lautaro Murua : “Es que no hay lugar para mi, no hay lugar?¿ Por que no me dejan en paz? ¿Es tan difícil eso?”.

Me acuerdo, también, de Joe Rigoli y su celebre: “Yo sigo”. Hoy malvive en la Casa del Teatro, arruinado y abandonado. El bueno de Rigoli nació en un convento de Palermo y empezó a trabajar a los catorce años en un circo como acomodador. Su frase estuvo en boca de todo el país: “Yo sigo”.

Los que no somos nadie resultamos más fáciles. Mucho más. Si tenemos la palabra, en ella nos ahorcaran. Y con ella seremos juzgados antes de que cante el gallo. Pero yo, sigo.

Sigo envuelta en posibles revueltas permanentes.

Sigo en nombre propio y ajeno la sensibilidad cotidiana.

Sigo escribiendo sin pausa aunque se me levanten traicioneras taquicardias.

Sigo delgada, casi sin peso : Tal vez sea un síntoma

Sigo en los ojos del otro donde su corazón me lleve..

Sigo recordando aquella frase que hoy repito con enfermiza insistencia: “YO, SIGO”.

 

 

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