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Consuelo García del Cid Guerra

DUBAI, FIN DE FIESTA

DUBAI, FIN DE FIESTA
 
Cientos de coches aparcados en el aeropuerto de Dubai se agolpan desde hace ya meses. Están abandonado por los ex  ricos ejecutivos que hicieron grandes negocios en el emirato.
Coches de lujo que ya no podían pagar, en cuyo interior incluso se han encontrado tarjetas de crédito y demás objetos personales convertidos en inservibles que en su tiempo y momento lo han sido todo. Bártulos de millonario que ya no tienen sentido. Pies en polvorosa para tantos expatriados donde todo era felicidad, ostentación, derroche y prósperos negocios.
Este país de fantasía se rinde ante la evidencia : Cientos de retornados han dado su última vuelta -y nunca mejor dicho- para salir volando de regreso a casa. Un coche que probablemente nunca volverán a tener se quedará de piedra o morirá podrido como testigo mudo.
"La partida ya no se juega en la zona euro", me dijo no hace mucho un amigo que tiene grandes asuntos en Dubai. "El dinero está ahí". Durante el segundo semestre del 2008 y con la caída mundial del petróleo, el país se tambalea al borde de la suspensión de pagos con una deuda de 80.000 millones de dólares. Se pidio ayuda a su país vecino, Abu Dhabi, que compró bonos públicos a cinco años por valor de diez mil millones de dólares, cantidad que sufragó sus gastos más inmediatos calculados en quince mil.
El puerto más grande del mundo, el edificio más alto, el primer hotel construído bajo el agua, los mayores centros comerciales...todo ello bajo un calor sofocante de cuarenta grados que te impide pasear e incluso bañarte en unas aguas también calientes que no producen la más mínima impresión física.
Ségún el Financial Times "Para los miles de expatriados que durante tanto tiempo se vieron atraídos por Dubai, que les ofrecía sol todo el año y una vida libre de impuestos, la fiesta se ha terminado.Las reestructuraciones en las empresas llegaron con fuerza en medio de abruptos descensos en los precios de las propiedades y una pronunciada caída de la confianza de los consumidores. A medida que los recortes se extienden desde los sectores de finanzas y bienes raíces hasta el turismo, los medios de comunicación y la venta minorista, muchos trabajadores extranjeros están haciendo las maletas y volviendo a casa". 
El  vertiginoso crecimiento urbano del emirato exige una constante demanda de trabajadores, concretamente para el ramo de la construcción. Las condiciones de los obreros son miserables y rozan la esclavitud. Las empresas contratantes se quedan con sus pasaportes evitando así que salgan del país. Están legal (pero no oficialmente ) presos y sujetos a una vida indigna. Se han llegado a registrar incluso algunos motines. Por otro lado, muchas mujeres han sido conducidas a Dubai para ejercer la prostitución de lujo sin saber realmente a lo que iban, creando una red vip que es pura y dura trata de blancas.
El blanqueo de dinero, producto de negocios sucios en India, forma  también una gran parte del crecimiento original en Dubai, paraíso fiscal donde los haya. Si el país no afronta los pagos de los intereses de su deuda en el año 2010, será la mayor suspensión de pagos desde los 95.000 millones de dólares de Argentina en 2001.
Estuve en Dubai cuando esta situación era impensable. Recuerdo los cincuenta euros que pagué por entrar en el parque acuático de Will Wady, aquel tatuaje de henna y la lluvia artificial que lanzaban desde lo alto para soportar un calor asfixiante. También a las mujeres con el burka negro observando su pequeño mundo a través de un corte muy estrecho a la altura de los ojos. A los inmaculados jeques vestidos de blanco, seguidos cada uno por su harén y una fila interminable de hijos. No experimento ninguna sensación especial por tantos coches de lujo abandonados, ni por sus propietarios. Pero sí por esas mujeres árabes, que con todo el dinero del mundo mezclan bolsos de las mejores marcas, teléfonos móviles de última generación y anillos de diamantes con un burka que no les permiten ver más que un agujero. Me pregunto qué será de esas mujeres sin dinero en un país que no respeta las libertades y pisotea los derechos humanos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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