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Consuelo García del Cid Guerra

general manager


 
 
Hace ya algunos años -menos de diez, creo recordar-, me presentaron a un individuo que se hacia pasar por Director General de la NBC en España y Portugal. Mi sentido común destapo la caja de los truenos casi de inmediato, y desde el primer momento supe que era un farsante. Su formas descuidadas y un alcoholismo evidente que afloraba sin disimulo tras la primera cerveza, terminaron por certificar mis sospechas. Lo sorprendente del caso es que contaba con seguidores aparentemente serios, por calificarlos amablemente. Una abogada, un par de empresarios arruinados y una amiga mía. A todos ellos les había hecho una serie de "nombramientos de facto" por escrito, papeles sin valor que utilizaba para dar ordenes mientras "el dinero" llegaría de la central. El tipo en cuestión se fabrico unas tarjetas transparentes con el logo de la NBC y su nombre traducido al ingles. Andaba con una carpeta en cuyo interior escondía celosamente una serie de papeles que presentaba como "documentos" supuestamente acreditativos a tan dudosa posición. Se dedicaba a enviar faxes a la casa real, felicitando a las infantas por sus bodas y natalicios, enviaba pésames ante el fallecimiento de cualquier personaje político o de relevancia social.Cuando le respondían, puesto que el se había dirigido como "General Manager España y Portugal", conseguía al fin su soñado tratamiento, en un viaje de vuelta tan falso como su historia, y durante las largas reuniones con sus seguidores, mostraba orgulloso los "saludas" de la casa real  y demás entidades mientras insistía enfermizamente en ser el director general. No había en todo aquel entramado un claro interés económico, por lo que deduje que se podría tratar de un delirio mental. Desenmascararlo fue tan sencillo como buscar en la guia telefónica a un familiar suyo, en concreto su hermana mayor, que se dispuso, sin el menor esfuerzo, a contarme la verdadera historia del individuo. La familia se había deshecho de el por sus problemas con el alcohol, y le pagaban una pensión para que no estuviera en la calle. Llevaba años con el rollito de la NBC, liando a todo el que se dejaba, prometiendo un cargo con grandes posibilidades, el sueño americano en manos de un bipolar alcohólico que necesitaba mandar, protagonizar y seguir viviendo a costa de un sueño que probablemente invento durante cualquiera de sus pesadillas o la peor de sus resacas. El tío era insoportable, pegajoso y chulo. Tuvo la osadía de presentarse en la generalitat solicitando una entrevista con un alto cargo. Entrego la tarjeta y fue detenido. Ni aun así, los cuatro seguidores quisieron darse cuenta de nada. O tal vez ellos, supuestamente cuerdos y de vida ordenada, alimentaban también un sueño convertido en delirio que podía cambiar la rutina de sus vidas. Al quedar definitivamente en evidencia, no se mostraron excesivamente sorprendidos. Ni siquiera decepcionados. Puede que el autor de semejante disparate quedara atrapado en su propio laberinto, sabedor de lo imposible, mitómano y con unos aires de grandeza en exceso evidentes. En cualquier caso, pura irracionalidad.
 

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