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Consuelo García del Cid Guerra

IRRECUPERABLE

Durante el siglo pasado, cuando parecíamos ricos y no éramos más que pudientes con deudas y dinero de plástico, aparentes potentados con más letras que nuestro nombre y dos apellidos del tirón, muchos se han permitido despreciar trabajos. Y han sido tantos, que a finales del 2006, CUARENTA MIL puestos fueron externalizados a Marruecos, Argentina y México, y aquí nadie los echo de menos porque al parecer, estaban de mas.

En 2007, CITIBANK traslada su centro de llamadas a Colombia, generando allí 400 puestos de trabajo, 200 más de los que tenía en España, siguiendo el ejemplo de otras multinacionales como IBM, MICROSOFT y HP.

Y eso no es todo : TELEPIZZA gestiona sus pedidos desde Bogotá.

Obviamente, el motivo fundamental de la externalizarían no es otro que los costes laborales. Según Mundo Contact:

“Los costos del personal en Colombia son una ventaja a la hora de competir en el mercado internacional, especialmente debido a que países como España se acogieron a las normas laborales europeas y tuvieron que aumentar los salarios en esa industria. Se estima, por ejemplo, que una empresa española de centros de atención telefónica debe destinar ahora hasta el doble de recursos para mantener sus operaciones”.

Teniendo en cuenta que el salario de un teleoperador no llega ni a los mil euros en España, que además, la inseguridad laboral es elevada puesto que se trabaja por campañas y con contratos de obra y servicio, que las pagas están prorrateadas y durante las vacaciones te conducen amablemente al paro, la cosa no estaba –ni esta- para tirar cohetes. Por lo tanto, es cierto que la mano de obra básica escaseaba, pero no por falta de empleo ni candidatos: Se rechazaban los puestos de trabajo.

Durante la primera década del año 2000, el llamado “mercado emergente” creció como la espuma y nos acostumbramos a escuchar todo tipo de acentos tanto en llamadas entrantes como en las que nosotros mismos hacíamos solicitando un servicio o simple información.

Ahora resulta que no hay trabajo, y a la fuerza ahorcan. Ahorcados estamos con nuestras decisiones acomodaticias, creencias externas. Nadie va a perdonar -literalmente- nuestras deudas, vengan del siglo que vengan. Lo que no deja de ser insólito es el hecho de que desde Colombia y en nombre de un banco, llamen a los morosos de España. Deben estar dando palmas con las orejas. Tampoco queda muy claro quienes están aquí y quienes allá, que inmigrante lo es y cual nunca lo ha sido pero ocupa puestos otrora desestimados por los que forman parte de las filas del paro. Mientras, si les queda para una pizza, también les contestaran desde latinoamerica porque sale mas barato, y es que al final de todas las historias, lo barato sale caro, y lo mas costoso del mundo es la compra del dinero. Si, no nos engañemos, del dinero que pedimos prestado en su día a cambio de una hipoteca, un coche, una segunda residencia o la operación de unos senos que ya vuelven a caerse como cae el país, víctima de sus excesos, de si mismo, de una economía desequilibrada que siempre anduvo en la cuerda floja, basada en la mentira nacional y con un gran exceso de equipaje.

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