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Consuelo García del Cid Guerra

viernes

No quiero reputación y tengo la clara intención de dejar mucho que desear. Pretendo ser incógnita, misterio, práctica e inusual revelación. Me tornaría ácido si de mí dependiera para agitar el cubo que mezcla esas composiciones químicas que concluyen en un punto de luz, un instante tan tenue y reducido como el cuarto oscuro de todos los fotógrafos para sacar mi retrato. La carne sobre el gesto, arruga de una historia. La tristeza que anduvo sobre el lomo del tiempo, esa risa tan loca que nos hizo llorar. El dolor contenido y esa rabia animal. Amable, deslenguada, deslumbradora. Han pasado los años acusándome tanto que casi reconozco la misión de mis padres. Lo que debí hacer mal. La excusa de otro siglo, modas que van y vienen. No está todo inventado. No es verdad. Me descubro ante el muerto reciente que importaba siendo luto infinito.

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