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Consuelo García del Cid Guerra

Martes 1 de Junio de 2010


Tengo una costumbre relativamente inusual , creo que producto de la curiosidad que en ocasiones me conduce a la búsqueda de tesoros. Las tiendas de todo a un euro son una caja de sorpresas si se tiene la paciencia suficiente como para escarbar entre muñecos de goma, tangas, bolígrafos o desatascadores.
"Libros de saldo", he leído en un cartel escrito a mano. Busco instintivamente los lomos, hago un examen rápido y normalmente me quedo con algún ejemplar. Hay de todo. Imagino que se trata de stocks entregados por las distribuidoras. Distingo entre estupideces varias y consigo encontrar algo que no busco, pero que me pertenecerá en pocos segundos. Esta mañana lo he visto. Un lomo estrecho, mínimo. Esto es poesía, me he dicho. Y al extraer ese ejemplar, mezclado con un manual para hacer punto de cruz y recetas de cocina, consigo un libro magnífico de Karmelo C. Iribarren :"Atravesando la noche". El único. Perdido y casi anónimo entre una serie de pañuelos espantosos y saleros verdes. Ya es mío. Entrego el euro a la dependienta, que no se detiene a mirar siquiera lo que tengo entre las manos: Una joya. Tengo el tiempo justo y no debo llegar tarde a la empresa. Decido no meter el libro en el bolso y me acompaña durante todo el trayecto. Paro en un semáforo y leo la contraportada. Es un poema .Dice textualmente:
 
 
5
Karmelo C. Iribarren
 
 
"Bien,
ahora me tienes en tus manos :
llévame contigo a casa
o vuelve a dejarme en el stand, allá tú.
Pero recuerda,
éste podría ser el inicio
de una gran amistad".
 
No es broma. Tampoco casualidad. Se trata de un episodio tan real como la mañana de un martes, primero de Junio de 2010. Sonrío. Y esa sonrisa no me ha abandonado en toda la jornada. Hace relativamente poco, escribí un poema al que titulé 5. Qué cosas...
 
 

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