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Consuelo García del Cid Guerra

ULTIMAS VOLUNTADES

La vida de las palabras carece de horizonte. Es ilimitada, humana e inmortal.
Parte sin rumbo fijo camino del alma y la conciencia. Se transmite viviendo intensamente desde el otro lado a partir de una elección arriesgada : La del verdadero Valor moral, que nada tiene en común con lo físico. Desde el Valor se hace y por ello se es. No existe viento alguno, ni siquiera huracán, que arrase con lo escrito. Permanece y se posa por encima de todo. La poesía es más. Incluso el que no lee acude a ella en sus mejores y peores momentos: Una boda, quizá. Un funeral : Seguro. Es más que una oración, y se coloca incluso por encima de dios. Hará llorar fácilmente en momentos difíciles a quien nunca la piensa. Llorará por pensar, y pensará al sentir. Las iglesias contienen los versos socorridos, el texto condensado que ya nada remedia pero es necesario para quedarse en paz y seguir donde siempre : Recogido, estancado, infeliz y mortal.
Un poema es el gramo de la droga más dura. El elixir real y la hora del néctar. La gran necesidad.
 
 

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