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Consuelo García del Cid Guerra

España y el azafrán

Necesitamos un tiempo (insuficiente) que no pasó por los plazos, aunque sí por las plazas –Mayores, de toros, de pueblo- para quedar en boca de todo justiciero, del más sabio, de la supuesta.Mente convencida moral que aparcó de repente toda señal de pecado. Para entendernos, algo así como el azafrán de la paella, que le da color al asunto, aunque el sabor sea el mismo, a la par que su aspecto. Nosotros, atrapados en la mayor de las confusiones, dejamos de confesarnos porque ya nada estaba claro. Se cambiaron las leyes y casi los mandamientos. El adulterio dejó de ser delito, y aún deseando a la mujer del prójimo, mintiendo como bellacos o robando más que los cuarenta ladrones de Alí Babá, de pronto el infierno se hizo un lugar atractivo. Menudo baile. Atrás la pena de muerte, y por el derecho a la vida afloran hace tiempo las mayores agresiones contra la humanidad. Niños desaparecidos, vidas interrumpidas legal.Mente sobre el papel para ser cedidas a familias de alto copete, con apellidos sonoros y lo que se entiende por posibles. Aún mucho más allá, perdido en la soberanísima loma del orto se encuentran los culpables, que amparados bajo las leyes vigentes, otrora hacían y deshacían sus puntos de sutura y sus puntos de cruz. Si es que somos un desastre con denominador común, por el hombre y con nombre, apañados a nuestras vulneradas imágenes que ya no encuentran semejanza ni con el propio hermano biológico, porque a lo peor, incluso es posible, pero que muy posible.Mente, que nos lo hubieran regalado. No por el morro, claro. Todo tiene su precio. Todo se compra y se vende. Los juicios de valor más soberanos tuvieron su lugar en cualquier parte, pero fundamental.Mente allí donde la perdida, en posición horizontal y con las piernas abiertas,daba a luz. Soltera, sola y madre en la vida. Más allá de la muerte legal que cualquier médico, abogado, militarcillo, monja o párroco, pudiera dictaminar. No dejo de sorprenderme casi todos los días ante las espantosas noticias de niños robados durante el franquismo. Personas que ahora tienen más de cuarenta años y saben que fueron adoptados en extrañas condiciones. Las suficientes como para confundir al actor. Quien quiso investigar los delitos franquistas, ha dejado de ser juez y parte forzosa.Mente. En otros tribunales arderán las teas. Mientras, España seguirá siendo ese terreno fértil y cobarde donde todo color se encuentra en la especie más cara: El azafrán. Y abanicos de colores parecen tus patas…

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