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Consuelo García del Cid Guerra

PIEDRA,PAPEL O TIJERA

El Duque de Palma se permite “rechazar temporalmente” su puestazo en Telefónica. Y es que algo semejante sólo se lo puede permitir el yerno de un Rey. Vuelve a Barcelona -dice- para seguir de cerca su proceso judicial. Mientras tanto ¡y cuánto ¡ a su esposa no se la toca, que de eso ya se encarga su padre, el que pidió perdón y dijo que no se volvería a repetir no se sabe qué cosa, puesto que no especificó. Estos de la corona se ponen España por montera sin necesidad de corridas de toros, que ya se corren -todos- con fuerza y veinte uñas.

María Cristina le quiso gobernar. El jugador le sigue la corriente, porque no quiere que diga la gente ¡ay¡ que María Cristina le quiso gobernar ,pero el tiro salió muy mal. Nunca abandonamos del todo nuestra España profunda. Tras aquellas enormes hombreras se escondían los hombres ya pasados de moda. La porcelana china, el modelo femenino tipo piel de culebra, la excelente geisha que tuvo voz cantante, fue noble y más tarde apostó por ser consorte ministerial, pinta ya poca cosa. Ahora, una alemana que huyó tacón en polvo -rosa, muy escandalizada y descubierta, anda quien sabe dónde montando más cacerías. Y algunos se preguntan -todavía- por qué y cómo la vedette puso a su hija el nombre de la mayor cornuda de esta historia tan nuestra, tan de dime y direte, de patio corralero, lavadero privado donde se frotan los trapos más guarros de cada casa.

Dios vuestro, dios vuestro...¿por qué has abandonado?. En el nombre del padre dice un cura que debe retirarse la custodia de los hijos a todos los comunistas ,otro señor de iglesia barbariza sobre el incesto, y los mandatarios civiles penalizan de nuevo el aborto. ¿Tan ignorantes somos que no nos damos cuenta de esta regresión salvaje y rápida al pasado?. ¿Nos vamos a dejar?

Acabaremos siendo los títulos de crédito en cualquier marco y marca. El espejo social del programa basura, que existe porque se ve y triunfa por sus audiencias. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. Pongamos la mano en el pecho, como antaño, que el algodón no engaña. Los Mayor Domos exigen personal shopper, personal training, video promocional y gastos de representación. Las Primeras Damas tiran de presupuesto público y muy poco notorio. Un cuarto de plebe mataría por tirarse al famoso, y el famoso sufre lo que no está escrito. Pero no se preocupen, que ya lo escribo yo.

 

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