Blogia
Consuelo García del Cid Guerra

PERDÓN

PERDÓN

Me pides que no pronuncie tu nombre públicamente y lo voy a respetar. Pero tú, "hermana", no puedes despacharte con un perdón privado en nombre de una congregación entera. Fundamentalmente, porque ya no perteneces a ella. Tenías grandes ambiciones de poder en su tiempo. 

- No fue justo, es verdad. No tuve compasión. 

Cuarenta y siete años después, no te puedes despachar así, "Hermana". Sé que no me esperabas, pero yo llevaba buscándote más de media vida : la que tú, en compañia de otras muchas, destrozaste. No me hables del "sistema", porque estabas dentro y eras colaboradora necesaria por demás. No me digas que lo de entonces no se puede entender hoy en día, no justifiques que España "era así", porque yo no lo era ; pero tú, sí. No me pidas que me calle porque no lo voy a hacer, llegaré hasta el final de todo esto, por lo de antes y lo de ahora. 

Pero no te equivoques "hermana" , porque yo no te odio. No tengo afán ninguno de venganza, simplemente llevo muchos años poniendo las cosas en su sitio, y ya no soy aquella niña del rincón muerta de miedo que suplicaba un cigarrillo en medio de vuestro infierno. Tu clausura no justifica las celdas de castigo, el aislamiento y demás "disciplinas".

- Tienes el diablo en el cuerpo. Tus ideas, a lo mejor encajan en el año 2000, pero en 1975, no. Miliciana. Roja. Descreída. Hereje. Blasfema. Te vas a quedar aquí, encerrada, hasta los 25. Tu madre te ha abandonado. No te quiere. Ni siquera tu madre te quiere. 

Me conducías como una maleta de aquí para allá para que todas perdiéramos lo único que nos quedaba, las amigas. 

Por eso y miles de cosas más, seguiré ajustando los hechos. Ya no te temo "hermana", porque no eres nadie. Ni siquiera monja porque colgaste los hábitos. Tú y sólo tú sabrás por qué. 

"Perdónalos, porque no saben lo que hacen", dijo tu dios, que no el mío. Con la diferencia de que tú sabías perfectamente lo que hacías. Estos pedazos, los míos, te van a acompañar siempre, porque las cosas, han cambiado, y tú no has sido juzgada, ni siquiera por mí. 

Descansa en paz, "hermana". Que la suerte y la  compasión te asistan cuando llegue su momento, porque no seré yo quien meta el dedo en tu llaga. 

0 comentarios