Blogia
Consuelo García del Cid Guerra

EL ZURICH

EL ZURICH

Se movía entre las mesas de la terraza del Zurich. Delgado, con la mirada perdida. Llevaba una carta en la mano que entregaba a todas las chicas de pelo muy largo, y tras leerla, pedía permiso para poder peinarte. Le temblaban mucho las manos y era obvio que tenía algún problema de salud mental. Recuerdo un párrafo determinado de su carta : " era preciosa, con una melena muy larga, pegados los ojos". Y se quedaba allí, peinando a todas las que podía. Apenas tuvo conversación excepto para referirse a su novia ausente. Por las tardes frecuentaba en Bar London, siempre en busca de melenas largas que poder peinar. Nadie se preguntó nada, simplemente, estaba, jamás supuso una molestia para nadie. De alguna forma fue comprendido, y - por encima de todo- , siempre respetado. No sé qué habrá sido de él. Desapareció de pronto, como otros muchos personajes excéntricos en busca de su propio espacio para dar paso a una mujer extraña que bebía agua todo el tiempo en un vaso de yogur, mirando al cielo. Se había fugado del psiquiátrico. 
Cantantes, actores, fotógrafos, pintores, poetas y demás artistas en busca de alguna oportunidad, se reconocían entre ellos creando tertulias espontáneas que sabían a poco. Uno de ellos trabajaba en el Corte Inglés como dependiente, y vendía trajes de hombre por menos de la mitad de su valor real a todos los clientes. Se definía como anticapitalista revolucionario, y fue detenido cuando los jefes de planta se percataron de lo que estaba haciendo. Su novia era pintora, se lanzaba al mar y buceaba en busca de pequeños animales marinos que disecaba para colocar en sus cuadros. 
La policía secreta se olía como se huele al madero, por su mirada altiva y un porte determinado que no conseguía pasar desapercibido. Nunca supimos qué era lo que buscaban, pero ahora lo sé : perseguían, espiaban, controlaban cualquier tipo de movimiento u acto que pudiera considerarse mínimamente conspirador, y en cualquier momento te pedían el carnet de identidad. " Ya están aquí los niños mal de casa bien, cómo les atrae el abismo y la gentuza que vive en la calle". 
" Café Zurich, refugio de artistas, jubilados y asaltantes de banco", escribió Lourdes López en 2021 cuando el bar celebraba su centenario. Y no le faltaban razones, porque atracadores hubo varios, y muy célebres. 

0 comentarios