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Consuelo García del Cid Guerra

PEDRO MANUBENS BERTRÁN

PEDRO MANUBENS BERTRÁN


 
"Retratar es volver a tratar una imagen irrepetible que nunca regresa", y quedará eternamente grabada. Esa, entre otras muchas, era una de sus frases preferidas. Pere Manubens Bertrán, fotógrafo, artista, bohemio por excelencia, nos dejó ayer. Para quienes realmente le conocimos, su marcha supone una pérdida inmensa y harto dolorosa. Maestro de la palabra y de la vida, cuya postura insistió en ser, amar, pensar, existir desde el lado que eligió, contra todo pronóstico y pese a las dificultades, que no fueron pocas. 
Dejó de ejercer el Derecho para abandonarlo todo en busca de la fotografía, su gran pasión. El abogado fotógrafo en busca de cada gesto y expresión, siempre desde su blanco y negro. Vivió como los más grandes apostadores, renunciando prácticamente a todo, sin el más mínimo sentido de pertenencia y muy lejos de los convencionalismos sociales. Viajero, buscador, espía de cada ojo que plasmó con singular acierto, amigo de sus amigos, generoso, pintoresco y locuaz. A los 26 años ya tenía el pelo gris, y paseaba por el Bar del Pí colgado de su cámara. Recorrió todos los rincones de Barcelona captando retazos de vida, cuyas exposiciones atisbaron la gloria de quien se entregó por completo al retrato. Su piso de la calle Xuclá fue un gran espacio de encuentro, con las puertas siempre abiertas. Los que entramos para quedarnos sabemos de esa única esencia, el elixir del sabio, la insistencia del terco seguida de grandes discursos : volver a tratar. Siempre. 
En aquel laboratorio oscuro resplandecían sus ojos, tornasolados al capricho de cada emoción. La belleza hecha sentido, desde el gran porvenir de su pasado. La historia de una persona se construye con aquellas que elegimos en el camino, para no soltarnos de la mano bajo ningún concepto, y desde esa condición sabemos que Pere ha sido un gran artista que abandonó todo concepto material en busca de sí mismo, y ese concepto (difícil),  pasa por miles de laberintos a veces inexplicables ante la mayoría, que no siempre es inmensa. Su razón, la posición que adquirió pese a todo, entrega hoy un legado tan personal como íntimo. Pensador incansable, paseante de rincones, amante del lado oscuro donde proyectó la luz que ahora descubre el firmamento esperado. El trueno más impactante, sentado en la terraza de uno y cincuenta mil bares implorando otro mundo por donde poder entrar. 
Pasó la última década en Callús, un lugar que amó tanto como a su mujer, Dolors, hacia quien no tengo más que agradecirmiento, no solo por haber estado a la altura, sino por la gran persona que es y será, siempre. 
Pere Manubens Bertán no morirá nunca, porque a quienes nos entregó su ser, condensamos su inmensidad. 

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