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Consuelo García del Cid Guerra

aaron lordson, en directo.

Sábado, 11 horas. Está nublado y parece que va a llover en cualquier momento.  En la plaza de la Catedral se alzan los tapices del "projecte dels noms", en conmemoración de los muertos de sida. Varios puestos de distintas asociaciones se están instalando lentamente, la ciudad todavía no ha despertado del todo.

Aaron Lordson carga con su amplificador, el taburete y la guitarra. Se dispone a cantar por primera vez en Portal del Ángel tras su paso por el programa "Hijos de Babel".Vuelve a cantar en la calle.

Lleva una camisa blanca perfectamente planchada y unos gemelos de oro. Su porte aristocrático y esa elegancia innata que le acompaña no parece revelar la verdadera razón de sus pasos: Es un artista, es un señor, un músico callejero.

Durante todo este tiempo he escuchado sus canciones una y otra vez, he contactado con los medios, he buscaso espacios y entrevistas.Es popular, pero no es famoso. El paso de la popularidad a la fama es el más complicado. Hasta hoy no le había seguido desde el principio, a pié de calle. Pero hoy lo he hecho.

Se sienta en el taburete mientras sacamos los flayers donde aparece una foto suya y la dirección de la página web. Los transeúntes pasean por Portal del Angel sin detenerse ni siquiera en los escaparates. Todos parecen saber adónde ir, parecen tener prisa y los paraguas empiezan a abrirse tímidamente ante las primeras gotas de una lluvia desafortunada que seguramente, pienso, evitará que se detengan a escucharle. Los discos de  Aaron se amontonan en cajas de cartón mientras me decido a coger dos esperando a ver qué ocurre. Él cierra los ojos y empieza.

Miro el reloj. Quiero comprobar el efecto en tiempo real, ese imán que genera su voz ante la gente. Ya está lloviendo, pero no importa demasiado. Se paran, quietos, con cara de asombro. El círculo se va agrandando por minutos. Todavía no han trancurrido quince y ya tiene público. Me decido a repartir flayers uno a uno, todos lo quieren, y empiezan las preguntas: "Pero cómo es posible que no ganara aquél consurso de la tele, si es un fenómeno este hombre?" "Impresionante, nunca había visto nada igual en la calle", "De dónde es éste hombre, pero cómo no le contrata una casa de discos?".Muchos se dirigen a mí en inglés. "Soy pintor, llevo siguiendo a Aaron Lordson desde hace años , aquí, en la calle".

La cara de un hombre me resulta familiar. Es Jorge Bucay. Le está escuchando y se dirige a Natalia, que está de pié entre el público vendiendo los discos de Aaron. No para de vender. Se acercan, los buscan. El proceso es muy rápido. Bucay compra un disco. Muchos esperan a que termine la canción para que les firme en la carátula del cd. La cola es larga.

Más y más público se amontona a su alrededor.Miro las caras. Sorpresa, incredulidad, asombro. Se quedan escuchando, dejan las bolsas con sus compras en el suelo. Una chica está llorando. Por qué lloras ? le pregunto. "Me emociona su voz, me emociona cómo canta". Se siguen vendiendo discos. Lleva una hora cantando. Algunos han permanecido la hora entera.

"Dios mío, qué voz, qué hombre, qué artista". "Es extraordinario". "Creí que nunca más podría verle cantar en la calle, que ya sería famoso después de ese programa". "Pero qué ha pasado en ese programa, estaba amañado ó qué? Cómo es posible que no haya ganado, cómo han podido dejar pasar a un monstruo como éste?".

Se siguen vendiendo discos. Algunos observan y me preguntan: "Oiga, este hombre vende muchísmos discos, debe ganar un dineral aquí en la calle, no?". "Este tío se está forrando".

"Pero por qué no deja la calle?". Porque no puede, mire usted, porque no puede. Ninguna casa de discos se ha decidido a apostar por él. Ningún músico de la calle genera semejante cantidad de público en una hora, y éste es el público de verdad, porque es espontáneo, no está mediatizado por nada, aquí no hay marketing, ni publicidad, aquí lo que hay es una voz mostruosa y un pedazo de artista, a pelo, en la puta calle. Por eso se venden sus discos. Por eso en una hora se liquidan hasta doscientos cds que él mismo produce.

Un hombre de color me dice que pertenece al comité de los juegos olímpicos de Canadá del año 2010, está impresionado con Aaron y me asegura que tiene especial interés en contratarle para actuar en los juegos. Me dá su tarjeta después de comprar dos discos.

Una hora y media. Nos vamos. He tenido que verlo en directo para comprenderlo definitivamente. Aaron Lordson es un fenómeno sociológico. No es un sueño. Sigo el talento porque creo en él. Sólo es cuestión de constancia. Lo va a conseguir.

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