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Consuelo García del Cid Guerra

http://www.youtube.com/watch?v=1R_t02oXKsE

 

 

 

 

 

 

 

Juego con la paciencia como si fuera una flor. Grande, reina y gloriosa por muy poco tiempo. Mantengo una manta sobre los hombros. El día siguiente es una incógnita por concluir. No me recuerdo. No rememoro. No siento el gas forzoso de las prisas cotidianas. Se han parado las cosas de una forma indecente, como un reloj de cuco. Silencio, estatuas, museo de los honores.

Veo pasar los astros que parecen bombillas. Luces alquiladas sobre lo necesario. Lo justo. Un discurso atrapado en las cuerdas vocales se atraganta de rabia. Cierro los ojos y diviso el arpa que no tuve. Concierto entre bastidores, recreación, camerino, secretos de bailarinas con los pies destrozados de salpicar las puntas sobre el suelo. Puñales en la carne, vendas en cada dedo. Mancha de clavel rojo sobre el callo insistido. Cambio, cerrar, cambio, cambio, cambio…Era liviana, dulce, inofensiva. Casi papel de fumar. Mi pelo tuvo viento mientras existió el aire. Tantos ensayos. Tanto ejercicio.

Música de hadas que no sudan. Piano familiar. Telón granate. Rosa de todos los tiempos. He encontrado las zapatillas en una caja que no es de cartón. Entre papel de seda una bolsa y mi nombre bordado. Cadeneta. Festón.

No corras nunca el velo que tuvimos. Sigue sobre las sombras ese perfil de diosa que quiso amanecer. La raya en medio. Finísimas muñecas que al violín se han hecho cuerdas. Afinadas. Brillo de celofanes, un cielo azul pintado a la fuerza. Exagerado tiempo. Vientre liso. Alfabeto. Fuera de clase existía una hora que nadie contemplo mientras dormías. Por eso desatiendo las llamadas al orden. Por eso las detesto.

Tú cambiabas el disco y nos poníamos guantes para no tocar nada y falsear el ambiente como princesas gélidas, anónimas, posibles. Encendiste un pitillo. Arqueabas el lomo, te seguía en pos de las estampas. Quería verte lejos.

 

http://www.youtube.com/watch?v=1R_t02oXKsE

 

 

 

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