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Consuelo García del Cid Guerra

la más hermosa mujer bajo la lluvia

la más hermosa mujer bajo la lluvia

Era la más hermosa mujer bajo la lluvia, se tornaba de nácar

Gotas en la cintura chorreaba su almíbar

Testamento escondido en el arco de triunfo

Lejanía perdida en busca del atajo para comprar cerezas

Rojas como su sangre y dulces a la fuerza.

Maestra de los rendidos, entregada, difusa

Su baile un huracán sudando por la piedra

Unos y otros la cubren y por todos cubierta

Clásica y amazona,  jinetera

Era la más hermosa mujer bajo la lluvia

Conquistada y entera

Desnuda como siempre, arrebatada

Dueña de los infiernos.

Enferma, sin garganta, nana del grito

Gime como una perra sin celo, arrepentida

Esquina y propiedad marcada por el tiempo.

Vejadora y vejada

Sus ojos sin morada, ni cerrados ni abiertos

Concluyen largas pálidas memorias

El parecer del viejo y el final de la orilla

Sin premio, sin verano, sin especial invierno

Sólo tiempo de más metido adentro

Y pese a todo ello, era

La más hermosa mujer bajo la lluvia.

Me preguntaron mucho y otros muchos

Dijeron

que vivió demasiado, aprisa,  que el dinero

lo gastaba en muñecas de porcelana rota

que se rompía ella como se gasta el verbo

que estaba condenada, y condenada

ha muerto.

Yo miré muy despacio sus manos estrelladas

Y me acordé de ella uniendo sus palabras

Parecía de cera en una iglesia pobre

Arropada al final con un sudario triste

Inútil , casi malo, su piel era de búfalo

Elena era una puta, repetían

Sus párpados cansados narraban la renuncia

Nunca supo elegir y yo la veo

Como a la más hermosa mujer bajo la lluvia.

     

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