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Consuelo García del Cid Guerra

jueves

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-Cometiste un error –dijo- . Un grave error. Has demostrado que el dinero no te importa, y eso, en los negocios, es una señal imperdonable.

-¿Pero qué dices?

-Lo que oyes. Presumes de no tener coche y también de no quererlo. Hablas sin pudor de tus ideas, te pronuncias a favor de causas comprometidas y complicadas, está bien mientras todo va bien, pero ahora ya no.

-¿ A qué te refieres?

-A ti. Me refiero a ti. Parece mentira que con tu capacidad de negocio continúes mostrándote con descaro. No puedes ir así por el mundo, es muy arriesgado. Puede salirte muy bien o muy mal. Ahora no te lo puedes permitir. Sólo te seguirán personas muy determinadas, y esas son siempre pocas.

-Tal vez no quiero otra cosa.

-No te engañes. Quieres lo mismo que todos: Continuar.

-Sí, pero a mi manera.

-Deja de universalizar tu propia anécdota. Los directivos de las multinacionales lo que quieren ver son grandes instalaciones y puestas en escena, no discursos sobre la crisis y planteamientos de negocios alternativos como el tuyo. Te equivocas.

-Te recuerdo que tú y nadie más que tú, me llamaste hace una semana cuando tenías a cien trabajadores amotinados en tu empresa,  no sabías cómo resolverlo, y me pediste ayuda. Y yo te deshice la huelga en diez minutos.

-Sí, subiéndote encima de una mesa como si estuvieras en la película esa del club de los poetas muertos.

-¿Y qué? Lo arreglé. Tú no sabías, no podías, y lo hice yo.

-Reconozco esa habilidad.

-No es una habilidad. Es meterse dentro de las personas, saber y reconocer su problema, mostrarse comprensivo y cercano.

-Eso es válido con la plantilla, pero no con los clientes.

-¿Entonces por qué me siguen los clientes?

-Porque están aburridos. Porque les diviertes, porque tus resultados son buenos al principio pero luego no puedes continuar por falta de liquidez.

-¿Y qué? Cuando eso ocurre, lo digo.

-Sí, lo dices. Otro error. Jamás debes mostrar carencias económicas ante el cliente.

-Con la verdad se va a todas partes.

-No. En los negocios, con la verdad te vas a la mierda. Un empresario lo primero que debe aprender es a mentir. A decir lo que no es, a asegurar que tiene lo que no tiene.

Es un juego y hay que saber estar.

-¿Me estás diciendo que yo no sé estar?

-Por favor … te he visto recitar un poema de Lorca en un curso de formación. Eso no tiene nada que ver con el marketing.

-No es cierto. De todas formas, si el marketing tuviera forma física, yo sería su asesino.

-¿Lo ves? No puedes soltar semejantes animaladas cuando te dedicas a eso.

-Yo digo lo que quiero, hago lo que me dá la gana, y argumento las conferencias como me parece. Y me siguen.

-Te siguen por divertimento, no por el fondo del asunto.

-Oye guapo, yo nunca te he pedido nada, pero tú a mí sí. Te he pasado gran parte de mis contactos cuando estabas seco, y ni siquiera has tenido conmigo un detalle en navidad.

Llevo en esto más años que tú, y no me vengas ahora dando lecciones de nada.

-Es que es muy difícil regalarte algo. No sabía cómo acertar ni qué elegir.

-Ya. Me dá lo mismo, no tiene importancia. Es que no entiendo a qué viene todo esto.

-Acabas de ganar la cuenta de Lax, y no podrás afrontar la financiación.

-Eso no es asunto tuyo.

-Sí que lo es. Mi oferta se ha desestimado, mi estructura es mayor que la tuya y además yo puedo soportar la cadena financiera. Te estrellarás.

-Eso tú no lo sabes.

-Estás loca, eres temeraria. No vas a poder, y lo sabes.

-¿No será que la quieres tú?

-Claro que la quiero. Podemos llegar a un acuerdo.

-Arregla tú los acuerdos con tu plantilla cuando hagan otra huelga. Arregla tu cocina y no me pases tu mierda nunca más, porque no te ayudaré.

-No puedes con ese cliente.

-Eso lo veremos. Lo que me queda muy claro es que lo quieres tú.

-Evidentemente.

-Pues es mío. Lo he ganado yo.

-Lo perderás. Si llegamos a un acuerdo, los dos saldremos ganando.

-No hay acuerdo. Tú a tu casa y yo a la mía. Ha ganado el mejor.

-Tú no eres la mejor.

-Yo lo he negociado y yo lo he ganado.

-Perderás.

-No. Acabas de perder tú.

-¿Yo? Qué coño te crees que he perdido yo?

-A mí. Para siempre.

3 comentarios

lemonzo -

En mi opinion,queda claro....
Eres empresaria.......
El individuo en cuestion......
Es un ninja apalancao con un churro,que va a llorar más de lo que se cree...cuando se le acabe el oxigeno artificial,que cree tener....

Es tiempo de empresas y proyectos robustos.....
Se acabaron los faroles.....

Sacad los faroles de vuestras vidas........

Insisto me gusta como escribes cabreada.........

Porque lo de las poesias es mas raro que el churdellefffff....

Isra -

Sinceramente los dos tenéis razón, no te voy a poner a ti de buena y al otro de malo. Él es más ambicioso que tú, de eso no cabe duda, pero tú eres más auténtica que él en la manera de venderte, por eso te han elegido. Ese hombre es el típico empresario que piensa que siempre el pez grande se como al chico, ciertamente la mayoría de las veces es así, en esta ocasión la cosa ha empezado bien y parece que no será así. De todas maneras, Consuelo, en determinados negocios no puedes ir muy de legal, muy a la cara. No, porque eres tú o el otro. Es tu cuenta o la de él y ante eso te inventas mil formulas para ganarle. Es crudo pero real como la vida misma.

Gloria -

A ese señor, (por llamarlo de alguna manera), le importa un bledo el haberte perdido. Él va a lo suyo.
En su momento te pidió algo, y TÚ DECIDISTE ayudarle. No importa la forma, pero lo hiciste.
A partir de ahora, ya sabes a qué atenerte con esa persona.
Si le echaste un cable, salió de dentro de ti. Fuiste consecuente contigo misma. No es necesario que le recuerdes lo que hiciste: lo sabe perfectamente y ahora se defiende, incluso atacando tus formas de sacarlo a flote.Él es él y tú eres tú. No puedes implantar un sentimiento en nadie. Lo sabes.
¡Hay que ser agresivo, sí, señor!. Ése es su estilo.
No le des más vueltas, no merece la pena. Es un pobre diablo.
Arrieros somos...