Blogia
Consuelo García del Cid Guerra

reencuentro

Aparecen sin más cuando se les ha echado de menos. Personas que fueron, estuvieron presentes en nuestras vidas de forma importante y las dejamos pasar, o se disolvieron en distancias ahora ridículas, entonces considerables. Solo existía el correo postal. Las cartas adquirieron un valor irrecuperable. Algunas se conservan, pero la mayoría quedaron olvidadas, o rotas tras una meditada decisión, cosas absurdas de las que casi siempre nos arrepentimos.

La vida corre mucho mas aprisa de lo que nos gustaría. Cuando alguien te encuentra y dice : “Gracias por estar viva. Felicidades”, retrocedo en un tiempo determinado sin el menor esfuerzo. Si. Era verano. Un verano glorioso con música de Tubular Bells y una playa helada en la que nos bañamos muy pocas veces. Hablábamos. Las horas nocturnas permitidas, la realidad, algunos planes futuros y los hechos cotidianos. Yo estaba de paso. Sabía que habrían de pasar muchos años hasta que pudiera volver allí. Nunca he regresado. Me dijeron que el lugar ha cambiado mucho. Que los veraneantes se entretienen de otras formas pero el atardecer sigue siendo el mismo.

Resumir más de treinta años resulta harto difícil. Lo importante aparece como si de un resumen vital se tratara. Matrimonios, hijos, ciudades, trabajos, enfermedades … hasta llegar al hoy.

“Soy feliz”, me ha dicho. Y seguro que es cierto. Era un joven despierto, conversador, sencillo, conforme con sus cosas. Familiar, lugareño, lector y marinero. Tenía el pelo rizado y un marcadísimo acento gallego. “Te escribiré”, le dije. Y lo hice durante muchos años. Nos intercambiamos historias, retazos de vida, la juventud a trozos. Y poco antes de terminar con ella, ambos desaparecimos como por encanto. Ese mismo encanto permanece, por encima de todas las lluvias. Perderse es un error solo permitido si se produce el reencuentro. No importa cuando. Pase lo que pase, esa razón valiosa cuyo sentido consiguió acercarnos, sin quedar en nada, sin prometernos algo, simplemente por estar, cerca o lejos, compartiendo el camino hacia una madurez que se presenta, como ahora, sin previo aviso.

 

0 comentarios