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Consuelo García del Cid Guerra

"Te la quitaré aunque esté muerto"

Puede que esté esperándome algún punto de luz. Es posible que antes de pasar la frontera, cuando la guardia baja se disponga a contar, el sello de este jueves se impregne de laureles, o que nada transcurra. Intento conseguirte desde la tarde azul en que aun estábamos. Tú mas muerto que vivo. Yo menos viva aún. Te miraba, infinito, hacia el fondo de un limbo aproximado que dilataba a rasgos tu triste cuenta atrás, mi cruz de tiempo inscrita.Excedida pasión.
Te dije que lo haría y arranqué tantas letras de aquel año fatídico, terrible entre mis dientes ácidos por parecer un poco más tranquila, contigo, hasta el ultimo aliento. El poso de lo humano atiende lo divino y su espera es caliente al borde de un hervor insoportable. Te quema por delante, sorprende por la espalda. No se hace noticia porque ha sido anunciada. Aún así me dijiste que el verano era seco, que los bosques ardían tanto como tus fiebres, y las hojas tratadas sobre el sol se marchitan. Nosotros y las horas. Un día más sin casa.
Se concluyó el delirio en una duermevela. Te seguí con las manos buscando un poco más. Dijiste : Puede que alguna vez, alguien hable de mí en un bar ...


No. Yo lo he jurado, te tendí la palabra mas allá del honor. El amor sobre todo, nosotros esperando, y un olor a galleta casi infantil cubría esquinas con paredes, techo, tubos y puertas. Podía deshacerse la pastura, desatarnos los nervios, sobresaltar al aire tanto desasosiego.
Tu pijama de seda no tenía sentido. Rompió la madrugada. Sobre tí aquella aurora que no dió para más. Te espero.
Me queda la esperanza de saberlo...

"Quiero dormir el sueño de las manzanas
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.

No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.

Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.

Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.

Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar."


Federico García Lorca, “Gacela de la muerte oscura”

 

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