Atravesamos la Plaza Mayor de Madrid.Era ya muy tarde y no había un alma.El viento helado nos abofeteaba la cara.De pronto, me paré y le miré fijamente a los ojos.
-Qué pasa, me preguntó.
-He tenido una sensación muy extraña--como un aviso, no sé...
Dos meses después, él me dijo que le quedaba muy poco tiempo de vida.
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