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Consuelo García del Cid Guerra

no te imaginas lo que hablarán de nosotras cuando hayamos muerto

no te imaginas lo que hablarán de nosotras cuando hayamos muerto Sonó el teléfono.”Hola, soy Dolores. He leído un relato tuyo en Ajoblanco que me ha interesado mucho. Me gustaría tener tu dirección para poderte escribir…” , y se la dí. Yo tenía dieciocho años recién cumplidos. Quería vivir de la literatura. Estaba a punto de casarme. Vivía con mi madre.La primera carta que recibí, decía: “Nuestros nombres se complementan: Dolores-Consuelo”. Continúa siendo así.Nos encontramos por primera vez en Madrid, frente a Espasa-Calpe. Ella llevaba un abrigo marrón. Los abrigos son algo característico en ella, no sé por qué.Me regaló un enorme ramo de flores y yo una pitillera antigua de plata. Hablamos sin parar como si nunca nos hubiéramos desconocido.Libros, proyectos, sueños, vida…la que era y la que fué. Parece fácil recordar ahora, pasados tantos años, todo lo que queríamos hacer…gran parte de los proyectos se cumplieron, de mejor ó peor manera.Cuando me peleaba con mi marido, la frase era : “Me voy a casa de Lola”.Cuando ella se peleaba con el suyo, no decía nada y cogía un avión a Barcelona.Entonces no era tan sencillo viajar como ahora, retrocedo a treinta años, los vuelos eran muy caros, pero lo hacíamos.Me quedé embarazada y pasé nueve meses horribles, descompuesta, vomitando y con mareos demasiado frecuentes. Mi tripa era tan grande que sobre ella sostenía un plato, el vaso lleno y los cubiertos. Ella llegó una mañana, por sorpresa, con una bolsa de patatas fritas y coca-cola, mis dos adicciones.Era verano y hacía un calor insoportable. Atravesamos Barcelona, éramos casi felices, ó de los tiempos más felices que recuerdo.En los ambientes literarios se nos conocía como las de “la gauche divine”, creo que no nos soportaban, ó no nos entendían. Y ella sacó la primera revista literaria, ORTO, una filigrana hecha con infinito esfuerzo y muy poco dinero.A finales de Julio, y ante las primeras contracciones, la llamé. “Aprieta las piernas y no llores ¡ “ –me decía-.Embarazos, divorcios, muertes … todo lo que forma parte de la vida estuvo, miserias, angustias, triunfos…ella jamás dejó de escribir y de dedicarse por completo a la literatura. Yo tiré la toalla en algún momento, no tengo excusa, mi lucha por sobrevivir fue tan tremenda que no tenía tiempo, no me quedaba espacio. Lo que no estaba previsto es que yo me hiciera rica, y mucho menos en el mundo de los negocios, cosa que despreciaba categóricamente , porque, para mí, un empresario era un hijo de puta.“Oye, es que me he dado cuenta de que sirvo para esto. Voy a montar una empresa, pero no se lo digas a nadie, que me dá mucha vergüenza”.Durante mucho tiempo lo oculté. Hasta que, supongo que después de tanto esfuerzo, me importó un bledo. Viajé por todo el mundo, trabajé doce, catorce horas al día. Todos me decían que había triunfado. Yo nunca lo he visto así, simplemente creo que descubrí en mí unas habilidades desconocidas que me han sido rentables. Poco más, ó nada más.Casi no escribía, y cuando lo hacía, ni me molestaba en consevarlo. Me alejé de la literatura, de todo lo que hay alrededor, de una forma de vida que siempre fue la mía, la nuestra.Le mandé un libro, “Al ladrón”. Lola lo leyó, y me mandó una nota. “No está trabajado. Se nota que no escribes, corrígelo, puede ser bueno, pero corrígelo.”De eso hace dos ó tres años.El pasado mes de Agosto cumplí 49. Y ella me regaló un blog. Me provocó a conciencia, y la batalla no ha sido estéril. Retomé de nuevo el libro. Escribo sin cesar, tanto en el blog como en todas partes. Me ha rescatado. Me ha devuelto las ganas, la intención, la dedicación. Le mandé de nuevo el libro corregido.“Es muy bueno. Ahora sé que has vuelto.”Poco importa si ese libro verá ó no la luz, no me preocupa. Pero , sabes, Lola, una vez más me has rescatado de las cenizas. Qué ironía del destino. Tú eres la inteligente, yo, la lista. El mérito es tuyo, no mío. Tú has triunfado, yo no. Sabes que no me importa nada reconocerlo, soy así. Tú eres la fuerte, yo soy puro escenario. Puedo aparentar comerme el mundo, pero me tumbas de una patada con una de tus frases, y en ése justo momento sé que estoy equivocada. Yo estoy loca, tú también, pero tu locura tiene forma, la mía se desdibuja en arranques inútiles. En efecto, me has hecho volver, y he vuelto.Gracias por eso, gracias por estar, por ser, por permanecer. Siempre que pienso en nosotras recuerdo el título de una película que me encanta: “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, pues será todo lo contrario, hablarán hasta hartarse. Porque nos han envidiado, calumniado, imitado, traicionado, amado, buscado… porque han querido acercarse , hurgar, averiguar, entender… y, como dice mi amigo Santiago : “Pero de verdad os creíais que podíais entrar en nuestra higth society? De verdad ¿? Pues no ¡¡¡ por cotillas, por trepas, no ¡¡¡ anda y largaros con viento fresco ¡¡”.Del mismo modo que nuestros nombres se complementan, nunca nos abandonará la fuerza de seguir y de ser. Tenemos todos los secretos, todas las pócimas, todas las recetas. Gracias por ser. Gracias por hacerme volver, porque sin ti, Lola, no habría regresado jamás. Tú lo sabes.Yo lo sé. 

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