Sé que resulta un poco largo, pero si alguien tiene interés en leerlo todo seguido, aquí van los tres capítulos anteriores sobre el mismo tema:
MUJERES Y AMORES DE HILARIO
Estos días ando leyendo las memorias de Lilian Hellman, y hay un párrafo en el libro en el que, al referirse a su larga relación con Dashiel Hammet cuenta que tras la muerte del escritor hubo un tiempo en que le resultaba difícil leer sus novelas o cuentos porque era incapaz de separar la escritura de su compañero con la vida que ella le conocía, por lo que siempre encontraba elementos o referencias que le resultaban especialmente íntimas y dolorosas.
Es curioso, pero a mí me sucede algo parecido con Hilario (me refiero a lo de verle a él en sus canciones, no a la relación amorosa, aunque todo es posible en la vida y nunca digas de esta agua no beberé ni este cura no es mi padre). De alguna manera, se puede decir que siempre había escuchado sus canciones “desde fuera”, y aunque supiera que tal o cual tema hacía referencia a cuestiones personales, o manías o pasiones o temores privados, no las había escuchado en directa relación con él, anotando, analizando y relacionando, como empecé a hacer ya va para unos meses. Ahora me pasa un poco como a Lilian Hellman, que no puedo escuchar “Ven aquí”, por ejemplo, sin pensar en el Hilario necesitado de cariño que lo reclamaba a toda relación amistosa que yo le conocí.
A estas alturas me parece claro que quizás sea Hilario uno de los cantautores españoles con una obra más autobiográfico, uno de los que de manera más directa ligó sus canciones y su vida. En ella están perfectamente expresados sus miedos y sus esperanzas, sus pasiones y sus decepciones, su deseo de vivir y su espanto ante la vida. Las canciones de Hilario creo que hablan, fundamentalmente, de él mismo, y tal vez por eso el abanico temático que abarcan sea tan breve, apenas dos o tres cuestiones esenciales a las que da continuamente vueltas y vueltas, matizándolas, variándolas conforme pasa el tiempo, completando unas canciones con otras. Ni que decir tiene que eso no le quita ni un ápice de calidad a su obra, aún dentro de las irregularidades que contiene.
El mundo expresivo de Hilario, y el vital, tienen un fondo común, que es la búsqueda de valores absolutos (felicidad, amor, libertad, serenidad…) y la imposibilidad de conseguirlos. La lucha entre la utopía y la realidad (o la realidad y el deseo, que diría Cernuda). Alrededor de este eje se estructuran la gran mayoría de sus canciones, desde las que tratan directamente de su enfrentamiento con el mundo (“Como todos los días”, “Madrid amanece”, “Táxi” y, sobre todo, esa obra maestra que es “Volar es para pájaros”), entre otras) hasta las que le han dado su toque más característico y la referencia más clara para su público: las canciones de amor.
En estas últimas me gustaría centrarme, porque son las más numerosas, y porque en ellas Hilario explicó sus complejas y a veces contradictoras ideas, sueños y anhelos sobre el amor y las mujeres. Es precisamente esa capacidad para analizar las relaciones amorosas en toda su matizada variedad, desde su propia experiencia, pero extensible a otras personas, lo que aleja a Hilario del tópico del “cantante romántico”, con el que ciertos indocumentados le catalogaron a lo largo de su vida y en las necrológicas. En todo caso, Hilario sería un “indagador de sentimientos”, aunque también fuera un denunciador de realidades.
A lo largo de sus casi 40 años de carrera musical, Hilario escribió muchas canciones de amor, la mayor parte de su obra, tanto con letras propias como ajenas. Todas ellas unidas dan una imagen poliédrica de la personalidad de Hilario en este tema, partiendo de ese hecho esencial en su vida que es la dicotomía sueño-realidad. En estas canciones, Hilario habla casi siempre en primera persona, lo que tiende a acentuar su carácter autobiográfico, y describe y canta a diferentes tipos de mujeres y, por consiguiente, de amores, claramente identificables en sus rasgos fundamentales. Diferentes, sí, auqnue, a mi parecer, no contradictorias, sino complementarias. Hilario, como todo humano, es capaz de desear con singular intensidad una cosa y la contraria, tal vez porque, como nos pasa a todos, con cada una ellas se puede cubrir un hueco distinto de nuestras particulares personalidades, una carencia, un deseo o una pasión perfectamente compatibles en su diferencia.
Aparecen, como digo, diferentes tipos de mujeres en las canciones de Hilario, casi todas ellas dignas de su amor o su deseo, aunque en algunos casos también cante esos momentos dolorosos de la ruptura y las causas que la provocan.
Están, por ejemplo, la mujer-refugio, que ofrece cobijo en los momentos de angustia, la mujer-deseada, que se anhela pero no se llega a conseguir, la mujer-compañera, con la que se comparte la vida entera, o la mujer-contradicción, a la que no se sabe si odiar o amar. También hay mujeres-destructoras, que te machacan la vida como una percanta de Discépolo, e incluso, es el colmo, mujeres-felices, con las que realiza un amor pleno y explosivo (como nota al margen, resulta curioso que en las notas que he tomado la mayoría de las canciones que he anotado en esta categoría estén en el disco “no cambies por nada”, 2003). Pero las dos categorías que más abundan, o al menos, las dos para las que yo he encontrado más títulos son la mujer-imposible y la mujer-ilusión. Quizás sea significativo.
El propósito de estas notas sería ver como aborda Hilario estos diferentes tipos de mujeres, y a través de ellas que concepto tenía del amor y cómo lo dejó reflejado en sus canciones. Me temo que me llevará tiempo, e incluso no sé si será muy interesante ni si llegaré a acabarlo, así que me pondré a hacerlo e intentaré ir colgándolo aquí en algo así como capítulos.
MUJER REFUGIO
Debajo de ese Hilario de camisas coloristas, bromas y jolgorio, pelos rizados, lacados o tintados y simpatía arrolladora, a veces aparecía el niño desprotegido, inseguro y temeroso que era en el fondo de sí mismo, al menos una de esas partes de la personalidad que cada uno tenemos, y lo dejaba plasmado en algunas hermosas canciones.
El tema aparece pronto en su obra, en 1973, en “A pesar de todo” y en esa canción titulada “Ven aquí” que el compañero Guillermo acaba de cantarnos en un vídeo. Paradójicamente, ese primer Hilario desprotegido que se confiesa en este tema inicial se presenta no como el receptor de la protección, sino como el donante. Es él quien se ofrece como refugio a otra persona, en un contexto, no de amor, que eso llegaría luego, sino de amistad.
En realidad, la canción es ambigua, pues sólo la utilización en masculino de la palabra “aprisionado” nos indica que se dirige a otro hombre en un contexto de amistad: Pese a todo, estas dos circunstancias no difuminan el mensaje de la canción, esa necesidad de refugio que las personas tenemos cuando ya no podemos aguantar:
…
Si ves que todo va mal
Y sientes que algo se apaga
dentro de ti;
que el dolor te tiene
“aprisionado”
y la angustia no te deja ni llorar
…
cobija tu pena en mi hombre
una vez más....
El tema lo retoma en su siguiente disco (“De paso”, 1975), ya en el contexto amoroso, en “Testimonio”, en la que tras definir al objeto de su amor como “mujer fuerte”, “mujer árbol, manantial”, reconoce la protección que le ofrece como característica básica de la relación:
…
En su profunda gruta
No existe el tiempo.
En su profunda gruta
No existe el dolor terrible de la música.
No existe esa angustia impalpable
De llorar boca abajo
….
Y aún hay otras variaciones del Hilario que busca en la mujer amada no sólo un objeto de deseo, o una compañera con quien compartir la vida, sino, ante todo, alguien ante quien esa dolorida persona que era nuestro amigo pueda romperse como un niño, que asustado ante las fantasmales sombras que en la noche hace el árbol de la calle en su ventana corre a la cama de su madre y se acurruca en sus brazos:
Puedo apoyarme sobre ti
Si estoy cansado,
Quedarme a tu lado
Sin hablar.
Puedo confiarte en ti
Mientras te cuento
Secretos sentimientos
Que hay en mí…
(“Nube de arena”, 1981)
Y más adelante, Hilario se encarga de contar en la misma canción que esa mujer ante la que se siente tan libre y descansado no es su “amor”, sino “algo diferente”, “un desierto en pleno mar”.
Sin embargo, la composición en la que esa faceta de persona necesitada del refugio y la protección que le puede ofrecer la mujer de la que se enamora está más clara es en “María”, esa obra maestra que grabó en 1976 en “La estrella del Alba”.
Al igual que en otras canciones suyas (“Como todos los días”, “Taxi”, “Dolores, dolores”, “Madrid amanece”…), Hilario comienza “María” con una referencia espacio-temporal y establece con ello un principio de realidad:
Amanece y en mi cuarto
Hablo de la oscuridad
Pienso en ella y necesito
Compartir mi soledad.
Luego cuenta lo que le diría o haría a la amada en el caso de tenerla delante, rememorando la aventura que ya han vivido y que, indefectiblemente, ha acabado mal:
Y sin pensar nada más partí
Hacia un largo viaje sin final
Y en aquella entrega me perdí.
Tras establecer que la historia ha acabado lamenta lo que pudo haber sido y no fue y explica el desamparo en que se ha quedado, la desprotección, en definitiva en la que vive sin la mujer-refugio que necesita frente a ese mundo que se le presenta hostil:
Sin ella me encuentro solo
En medio de una calle oscura
Sin ella la noche es larga
Noche azul, noche sin luna
Para acabar expresando su deseo más profundo: refugio y reposo.
Ven, María, que quiero
Anidar en tu blanco pecho (refugio)
Y besar esos ojos que inundan
Mi cuerpo de claridad. (reposo)
Intervención de Tienes la llave
Llevo tantos años escuchando estas canciones, y alguna de ellas han dejado una huella muy especial en mi y en las que he podido
reflexionar sobre su significado en las distintas etapas o edades de mi vida, que ya son muchas.
"Maria " es una de ellas,por motivos que no viene a cuento la letra de esta canción está como anclada en mi.
cuentas que " Hilario comienza “María” con una referencia espacio-temporal y establece con ello un principio de realidad:
Amanece y en mi cuarto
Hablo de la oscuridad
Pienso en ella y necesito
Compartir mi soledad. "
"Luego cuenta lo que le diría o haría a la amada en el caso de tenerla delante, rememorando la aventura que ya han vivido y que, indefectiblemente, ha acabado mal:
Y sin pensar nada más partí
Hacia un largo viaje sin final
Y en aquella entrega me perdí. "
Para mi este trozo de la canción ha significado siempre la definición del momento del encuentro.
Me explico: comienza la canción hablando de su soledad y la nostalgia de haber perdido o simplemente no tener a
su amada con él,y como si estuviera con un amigo le cuenta cómo es Maria y qué ha compartido con ella:
Te hablaré de sus ojos
de ámbar gris,
de su pelo negro y de su piel
de como en sus labios yo encontré
el tibio sabor de la mujer.
Para pasar al momento en que la tuvo en sus brazos, el momento del encuentro amoroso:
Con caricias y en silencio
suavemente me mostró
un lugar donde habitar
compartiendo entre los dos
La luna bañó su cuerpo
de coral...
Y para mi estas estrofas siempre han significado la entrega,la comunión entre dos cuerpos,la fusión hasta perderse en el deseo:
y sin pensar nada mas partí
hacia un largo viaje sin final
y en aquella entrega me perdí
Siempre ha sido en mi modo de entender, la descripción más profunda del momento de la entrega de un hombre a su amada.
Quizás concebí este criterio con los 18 años en que hizo mella esta canción y no he sido capaz de romper ese sentido tan romántico,yo
no conozco los motivos de Hilario cuando compuso esa canción,solo puedo juzgarla desde lo que me provocó y lo que compartí,
nada más.
Desde luego es evidente lo que despues apuntas:
"Tras establecer que la historia ha acabado lamenta lo que pudo haber sido y
no fue y explica el desamparo en que se ha quedado, la desprotección, en definitiva en la que vive sin la mujer-refugio que
necesita frente a ese mundo que se le presenta hostil..."
Pero, para mi siempre ha sido como quien tiene que separarse por las circunstancias y la distancia le rompe,dejando una esperanza
para el nuevo encuentro:
Ven, María, que quiero
Anidar en tu blanco pecho
Y besar esos ojos que inundan
Mi cuerpo de claridad.
En fin no se si he sabido explicarme,pero me has tocado la fibra.
Mi expresión es puramente sentimental, no experta ni con causa de conocimiento,es simplemente un ejemplo de cómo hay canciones y
cantantes que calan hasta lo más profundo de nuestro ser y forman parte de nuestras vivencias;Hilario quedo anclado en las mias.
Bueno quizás no debería meterme en estos terrenos porque los sentimientos a veces no pueden identificarse con las palabras.
Plomez
Interesante la interpretación que haces de "María", Tienes la Llave. Además, perfectamente plausible, aunque creo que no resulta contradictoria con la que yo le doy, que es distinta. Pero eso es lo que tienen las obras de arte, que permiten numerosas lecturas, no sólo por la propia ambiguedad que pueda tener un texto, sino porque, por esencia, la poesía es un lenguaje ambivalente, en donde la metáfora intenta explicar cosas intangibles que se abran a mil posibilidades de comprensión. Además, claro está, en la comprensión de cualquier obra tiene una parte fundamental el lector, oyente o espectador, que necesariamente aporta a la obra del artista su propia experiencia y sus ideas o sentimientos personales, que son los que dan ese fenómeno único de identificación entre el creador y el receptor (que si lo es de verdad, tambíen crea).
"y sin pensar nada mas partí
hacia un largo viaje sin final
y en aquella entrega me perdí"
Efectivamente, estos versos --que son el nudo de la canción, porque anteriormente está el planteamiento (la soledad y el recuerdo), y acaba con esa conclusión del amor como refugio, sin el cual no se puede vivir-- podrían tener perfectamene un sentido doble.
"y sin pensar nada mas partí
hacia un largo viaje sin final"
¿Expresan estos dos versos el momento de la entrega en la pasión amorosa, el sumergirse en ese momento de valores absolutos que es el amor y su realización? Ciertamente que puden serlo, pero también se abre la posibilidad que yo indicaba, la del comienzo de una relación. El tercer verso puede ser interpretado también en ambos sentidos
"y en aquella entrega me perdí"
Las personas nos "perdemos" en el momento de la entrega amorosa, ciertamente. Ese perdernos implica olvidarnos de todo lo que es ajeno a ese instante, a esa felicidad tan difícil de explicar. Perderse en la culminación del amor es volverse niño, quedarse indefenso, perder todo pudor. En definitiva, olvidarse del mundo. Y este era, como ya sabemos, una constante en la obra y la vida de Hilario.
Claro, que, de acuerdo con mi interpretación (que insisto que no me parece contradictoria), perderse en ese "largo viaje sin final" en el que se ha metido de cabeza, "sin pensar nada", puede ser también desorientarse en la relación, no saber que hacer ni como reaccionar ni hacia dónde ir, y, como consecuencia de ello perder la oportunidad de ser feliz.
En fin, que me parecen sumamente estas discusiones, que, por otro lado demuestran que aún quedarían muchas cosas de Hilario sobre las que hablar, si tuviéramos entusiasmo y fuerzas para ello.
Por ejemplo, a mi se me ocurre otro tema que me parecería interesante. Hilario escribió muchas de sus letras, pero otras se las hicieron (casi siempre con su presencia como inductor del tema o corrector de lo que el autor respectivo iba escribiendo) diferentes personas, con las que en ocasiones repitió. Yo me pregunto ¿hay diferencias notables entre las letras propias y las que le escribieron otros autores? ¿entre estas últimas hay constantes literarias o temáticas según los distintos escritores? ¿Se pueden hacer distinciones según quien haya escrito las letras?
Otro tema sería parecido pero en clave musical ¿como influyeron sobre Hilario los distintos músicos que le acompañaron en distintas etapas?
En fin, que cualquier que quiera ponerse al tema puede hacerlo.
Yo, de momento, con lo de las mujeres tengo suficiente, que a Hilario eso de las mujeres se le daba bien y les escribió un montón de canciones para ver si se las camelaba. No nos enañemos, lo que los artistas pretenden con su arte es ligar. Si además se hacen millonarios, cojonudo, porque eso les ayuda a ligar más. ¿dejaran los artistas por su arte de ser personas que ven "Salsa Rosa?
MUJERES SOÑADAS
En su vida real, cotidiana, el sueño y la fantasía constituían el mundo irreal pero plausible en el que a Hilario le hubiera gustado habitar, el paraíso perdido a veces, la felicidad presentida en muchas ocasiones, la utopía en definitiva, que hacía tolerable con su sola existencia ese otro mundo más sórdido, contradictorio y doloroso de la realidad. Y si eso era así en la faceta más social de su vida y su obra, también lo era en la más personal, la amorosa. Ese deseo de perfección que marca la utopía y el sueño amorosos no podía dejar de quedar reflejado en sus canciones, en las que abundan las referencias a esa mujer ideal, soñada, deseada, que él sabe que no es sino el fruto de su imaginación pero a la que no renuncia a darle carta de naturaleza física, real y tangible a través del deseo.
Hilario se dirige a esa mujer ideal “desde los sueños extraños / que recuerdo y no describo”, dice en “Te escribo” (2004), “desde el mundo en blanco y negro / en el que pienso en que vivo”, un mundo pues de sueños que, como siempre en Hilario no deja de tener esos apuntes descriptivos que enmarcar la acción en un lugar y un momento: “desde mi habitación / sentado en un lecho vacío / te escribo mientas espero / mientras espero te escribo”, para rematar el estribillo contraponiendo ambos ámbitos: “te espero mientras te sueño / mientras te sueño te escribo”. La ambigüedad proverbial de Hilario, su resistencia a las definiciones unívocas y a las lecturas únicas de sus canciones juegan en este tema con la realidad y la ensoñación como modelo amoroso que ya estaba presente en alguna de sus composiciones anteriores: “Tu serás princesa de mi cuento, / compañera de mi vida real” (“Princesa de cera”, 1975).
A veces, como en “Sin decir adiós” (1986), la mujer que se apoderaba de los sueños de Hilario con tal intensidad que merecía pasar a una canción era también el recuerdo añorado de la adolescencia, la remembranza de lo que pudo haber sido y no fue, que es condición, como bien se sabe, de la perfección amorosa, aunque irrealizada. Siempre queda la duda permanente e insoluble de saber si aquel amor inocente y primerizo de “dos niños escondidos, tu y yo en aquel portal” hubiera podido ser el amor total y completo tan difícil de encontrar en los seres de carne y hueso: “Unidos en el sueño/ por la bola de cristal/ nuestros labios se saludan / otra vez en el portal”.
Y puesto a soñar un amor imaginario, esa mujer ideal que siempre espera a la vuelta de cualquier sueño, ¿por qué no imaginar también el decorado en el que se desarrollará el amor, como hace en “Arquitecto de sueños” (1986)?: “Construí una casa azul junto al lago”, comienza diciendo, para que a nadie se le escape que la ilusión es tangible, tiene formas, colores y olores, aunque sea “sobre el papel” donde pinta las “siete ventanas /siete azules ojos/ de cristal/ y dejé después/ la puerta abierta /invitando siempre a entrar”. Pese a haber levantado con palabras ese paisaje ideal, ese jardín del Edén con “claveles, rosas y violetas” en el que “las guitarras daban al lugar / el color alegre de una fiesta”, no ha de ser sino hasta que se duerma “pensando en ella” cuando esa mujer ideal llegue por fin al sueño y se instale en la vida del cantante, aunque solo sea en ese momento de la inconsciencia, el más feliz pese a todo, porque con la mañana llega el desencanto: “Tus palabras eran / como un cascabel / que triste sonaba / cuando desperté”. Sin embargo, siempre con los pies en la tierra, pese a todo, Hilario sabía que hay que conformarse con los sueños, pues aunque intangibles, también formar parte de la realidad, y porque, al fin y a al cabo, “a un sueño ¿qué más / se le puede pedir?”
Hilario, nuestro querido, inocente, amistoso, simpático, reidor y chistoso amigo era también un pájaro de cuenta, y detrás de la cara de adolescente despistado que tuvo la mayor parte de su vida, incluso en sus últimos años, se encontraba un ser ligeramente distinto, capaz de convertir la imagen erótica de una revista en una fuente de placer solitario. Ese es el amor perfecto, el que no provoca contradicciones, ni discusiones ni desamparos, nos viene a decir en la canción que escribió con Carlos Villanueva y que grabó en “Subir, Subir” (1986)
CHICA DE PAPEL
En las revistas
siempre prometes placer,
tu cuerpo irresistible
con mi foto he de atrapar.
Luces perfecta
en la niebla artificial,
mi cámara aturdida
se dispara hacia tu piel.
He olvidado la portada en el sofá,
con mis manos te retrato en realidad.
Chica de papel
hoy no eres un sueño,
el tacto de tu piel
vibra entre mis dedos.
Chica de papel
sales de tu escena
y tu amor me quema
Y quedaté
Un poco más
Cerca de mí
Cerca de mí
Cerca de mí
En tu teatro
sólo fui espectador,
olvido mi butaca
y me subo a la función.
Pruebo tus labios
y me dejo acariciar,
el fuego tan intenso
que nadie lo ha de apagar
Esta foto nunca revelaré,
nuestros cuerpos necesitan ensayar
Chica de papel
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