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Consuelo García del Cid Guerra

 

La grandeza del ébano era tu longitud, todo tu menester

Cuerpo contra la lluvia y la raíz del junco

Piso, cabaña, casa, ocupa de ti mismo

Señor de los intentos orador por el resto

Un libro, las promesas, una morada errante

Puerto, país, dibujo, notas en el cuaderno

Dame la mano, rompe

La cuerda que presiona tanto pulso

Sigue, que me perdonen

Duerme allí donde el sol se hace benévolo

Allí donde las flores

El zumo y la naranja, los trozos de pan

Seco.

Continúa, no es tarde

Una mujer de nácar te contempla

Tus manos y la fuerza

La lluvia entre los brazos.

Hace mucho de eso, demasiado

Nadie hablaría ahora del pasado

En tu cara el hogar, en el salón

Mulatos

Juegan al dominó, a las damas, al ajedrez

De tantos

Hacen honor al pié como ningún zapato

Tú llegas, sonriente, del trabajo

Y abrazas como nadie

Has cerrado los ojos para pensar de nuevo

Una y mil veces gracias

Por el calor, los cuadros, la cerveza

Salud, amor, intento

Corage e inisitencia. Gracias

Por esta vida entera, te repites. Ya nadie

Podría deducir o imaginar siquiera

Desde tu piel de noble cultivado , la palabra

Patera.

 

1 comentario

Luis Miguel -

Pasillo, magnífico.