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Consuelo García del Cid Guerra

SALÓN

 

Vendaval a cubierto que inventaba mi padre sin saber del misterio

Cuatro sillas unidas en el final del tiempo. El dibujo perdido de la alfombra

Final sentimental que jamás dio sentido a tantas fotos. Album

Que no se sabe. La maceta sin flor no sobrevive. Nosotros somos poco

Sobre un largo apellido en su olvidado honor. Nobles

Qué pena , qué claridad de bosque y desperdicio. Galgos y cacerías

Todas las tardes, todas. Un reloj de campana solemne y caprichosa

Los nombres y su casa, la dirección concreta que se pierde. Somos ricos

Y pobres herederos del polvo. De lo antiguo y lo viejo, de las cajas

Absurdas. Del viento de abanicos mezclados con navajas. Un gitano y un rey

Dos barajas de cartas. Ese ruído traidor de la venganza. Trampas.

Medallas sin valor , raso arrugado, inútil. Sacar brillo a la plata, conservar

Disecado el lagarto de aquel día de invierno. Tendido al sol un trapo.

Se adivina mañana como un día muy largo. La radio está encendida

Al calor de los cuartos . Apaga la luz, dijiste, ya es muy tarde.

Soñaba con el color del metileno, sabes. Soñaba con ser tú y con la luz

De un descarado sol al mediodía. Ya tengo pasaporte. Me voy, deja

Que busque otro lugar vacío donde poner el resto. Tira el baúl ,

Vuelve a la siesta tonta que recuerdo a lo lejos. Me despierto mojada

Habrá sido la lluvia de ventanas cerradas. Tal vez he sido yo.

No me hagas mucho caso. Todo pasa.

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