gracias, Anabella ¡¡
Una no empieza a darse cuenta de lo grande que es hasta que abre la boca y por sus magníficos ojos marrones surgen y salpican chispas de verdad, porque dentro de ella sólo hay sinceridad. En cada gesto, en cada movimiento libre y rítmico, su melena, negra azabache que enmarca el rostro, agita al pobre viento que no tiene más remedio que empujarse estupefacto. Nada hay imposible para ella, porque todo lo cubre de generosidad, de entrega, hasta una pequeña hora en la que se da entera sin pedir fuego tan siquiera para su cigarrillo porque a ella le sobra. Saberte cerca es un regalo, Consuelo. Qué nombre tan bonito.
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