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Consuelo García del Cid Guerra

FORMAS DE PAGO CON FORMA DE CONDENA. JUVENTUD, DIVINO TESORO.

Noventa, sesenta, treinta días, incluso ciento veinte. No es una novedad, es lo de siempre, con el agravante de la crisis. Crisis emocional, existencial, de identidad. Crisis personal. Esas pueden medicarse y forman parte de las consultas psiquiátricas y psicológicas. Pero la crisis económica no tiene pastillas ni colegiados, sólo bancos.

La banca está colocando al usurero prestamista casi como un empresario más. Se quedan los dos con el piso y los intereses acabarán siendo idénticos.

La pequeña y mediana empresa sobrevive con una soga al cuello que deja heridas sangrantes. Los clientes pagan a treinta, sensenta y noventa y uno tiene que financiar todos sus gastos. Cuando se trata de un profesional sin trabajadores, más o menos puede organizar su vida. Pero si hay que financiar nóminas, todo se viene abajo. Que el personal es sagrado nadie lo pone en duda. Con la plantilla no se juega, porque todos trabajan para pagar sus gastos. El riesgo del pequeño empresario es una condena. Pagas, pagas y pagas antes de cobrar. Los bancos están descontando pagarés a un 9% de interés, con lo que se va al carajo una gran parte del beneficio. Además, para que te acepten un pagaré has de enseñar las tripas y hacer un strep-tease personal en papel, porque la documentación personal y empresarial que debes presentar, es tanta o más que la que se solicita para contraer matrimonio. Y es que en realidad, se están casando contigo en la riqueza y en la pobreza y en la salud y en la enfermedad.Porque como te quedes colgado, se quedan con todo y más, acabas en el juzgado y con la vida quebrada durante los próximos diez años.

Hasta aquí, y en el esfuerzo de no tirar la toalla, se sobrevive hasta que la pasta aguante. Pero hay algo que va más allá de todo esto. Es un asunto profundo con arma de doble filo. No hablo desde la teoría, es la pura realidad y vivida en primera persona, día a día.

Dicen que está aumentando el paro a razón de 6000 personas/día. No lo dudo.Sobre las estadísticas, no lo dudo. La realidad es otra cosa.

Una pequeña empresa de marqueting que cuenta con una plantilla de 70 trabajadores, decide apostar por un salario muy superior al convenio, pensando que de esta forma conseguirá encontrar sin problemas el personal que necesita. El perfil es muy concreto y difícil de conseguir. Ofrece un salario fijo de 1500 euros mas tickets restaurant mas bonus mensual de 250 € por objetivos. El perfil no exige titulación académica, sólo experiencia en el sector del seguro. La primera sorpresa es que los candidatos que se presentan no se lo creen del todo. Normal, teniendo en cuenta la cantidad de empresas que funcionan a pura comisión y ejerciendo una presión de locura sobre el trabajador. Sin embargo, parece que no tienen demasiado problema en aceptarlo cuando es así, y todos los problemas cuando se les ofrece un salario digno, una seguridad, y sobre todo, cuando se les reconocen todos los derechos como trabajador. Bien. Al incorporarse, y pasados unos quince días, empiezan las bajas por enfermedad. "Estoy enfermo, pero no vengo desde anteayer, y además ni llamo por teléfono para justificar la ausencia". Sólo es un ejemplo. El absentismo se genera con tal facilidad que las pérdidas en la empresa aumentan del mismo modo. Con los días, uno traduce que no ha hecho selección de personal, sino que los propios aspirantes han seleccionado la empresa donde ,al fin,se han decidido a trabajar. Pero esto sucede hace ya mucho.

Lo curioso es que hace pocos días me entero de que una gran parte de mi plantilla trabaja de 9 a 13h en una multinacional de seguros, y de 13 a 21h trabajan en mi empresa. En esa multinacional están con un contrato mercantil y cobrando a pura y dura comisión, es decir, si venden, cobran. Si no venden, ni un euro. Allí nadie se ausenta, no llega tarde ni se pone enfermo ni se queja de nada. Lo más indignante es que esa multinacional se está haciendo de oro, no ahora, seguramente desde siempre, porque por algo es un monstruo, y contrata a la gente en fraude de ley, y toda su plantilla está en negro, y se ahorran los seguros sociales y los salarios. Podría escribir aquí el nombre, pero estoy segura de que me generaría mil problemas y se volvería contra mí. Yo soy una pequeña empresa que paga, paga y paga.

No es de extrañar que media humanidad esté deprimida, porque se acepta con gran facilidad la explotación, nadie dice ni mu, se juega con dos trabajos para pagar la hipoteca:Otra historia, porque todo el mundo quiere tener una propiedad. Cierto que los alquileres están por las nubes y uno no es imbécil y por el mismo precio se compra el piso, pero la presión de los gastos es una carga tan pesada que para poder soportarla parece que se ha generado un nuevo modelo de esclavitud encubierta con forma de capitalismo. Sin embargo, nadie duda en quejarse en la pequeña empresa donde sí se reconocen los derechos del trabajador. Algo estamos haciendo mal, muy mal. Trabajar doce horas al día no es sano. Dividir el tiempo y el esfuerzo en dos empresas hace que una de ellas -casi siempre la segunda- sea quien pague las consecuencias, los seguros sociales, el absentismo y el bajo rendimiento. Obviamente, llegan ya cansados tras estar cuatro horas en una multinacional donde les pagan a comisión y donde el esfuerzo para obtener resultados diarios es tremendo. Y lógicamente, no tienen fuerza ni energía suficiente para rendir en su segundo empleo, en la empresa que sí les contrata y les paga un sueldo fijo muy por encima del convenio.

Esto sólo es un ejemplo, y no desde la anécdota puntual. El sector en el que trabajo genera mucho personal, mucho, más de cien trabajadores al mes, por lo que veo pasar por mi empresa a más de mil personas cada tres meses, cada una con un curriculum, una historia y sus problemas. Jóvenes, muy jóvenes, mayores, maduros y hasta personas de más de 70 años que buscan desesperadamente una nómina para poder alcanzar los quince años de cotización que en toda su vida no consiguieron, vaya usted a saber por qué, y cobrar una jubilación indigna que difícilmente les llegará para pagar su alquiler, comer y pasear por la ciudad gracias a la tarjeta rosa gratuíta de transportes. Son los nuevos pobres que viven con la nevera temblando y el avisador de la cruz roja colgado del cuello para cuando necesiten asisitencia. Son personas que han trabajado toda su vida y tienen que seguir trabajando pasados los setenta para concluír su periplo económico de la mejor manera o simplemente, de la única manera en que se les permite.

Los jóvenes, curiosamente, son los que están trabajando en esa multinacional.

No es un hecho aislado, es muy frecuente. hace pocos días me esforcé inútilmente en hablar durante dos largas horas con uno de esos jovenes. Intenté explicarle que mientras esos hechos se permitan y se normalice lo que no es normal, nada cambiará nunca.

Me contestó que él necesita esos 800 euros en negro que más o menos gana en la multinacional, porque entre los dos trabajos se levanta más de 2500 euros, y que tiene 30 años, paga la hipoteca de su piso en Barcelona y otra de una casa en la playa. Durante mi largo monólogo anotaba todo lo que yo le estaba diciendo, y al terminar, me dijo que yo le había hecho "pensar". Que él no pensaba, no leía, ni siquiera el periódico. Que votó al pp en porque pensaba que este país necesitaba "un cambio". Tras agotarme hasta lo indecible, escribí una frase de Edmund Burke en un papel : "PARA QUE TRIUNFE EL MAL, SÓLO ES NECESARIO QUE LOS BUENOS NO HAGAN NADA", y le entregué el papel, diciendo: "Guárdatelo, llévalo siempre contigo y de vez en cuando lo lees, porque algún día, dentro de muchos años, te darás cuenta de lo que yo te he querido decir".

Ayer tenía una larga cola de espera en mi despacho. Varios jóvenes esperaban dirigidos por el chico con el que yo había estado hablando. Tenían problemas de todo tipo, dudas laborales, personales, situaciones complicadas. El chico les había dicho : "Habla con ella".




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