cinco horas con Mario
Anoche apareció Roldán, entrevistado por Mª Teresa Campos. Lo ví pobre, aunque no derrumbado. Escaso, pero no triste. Y mediocre. Sobre todo, mediocre. Seguramente es lo que siempre ha sido y lo que fué, vestido o no de cargo gubernamental. Una persona blanda, un subalterno que en su tiempo alternó con las más altas esferas.
No me impresionaron sus palabras ni lo reconsideré en absoluto por esa entrevista, a mi modo de ver, mal llevada. Perdido como Pulgarcito, porque el hombre no dá para mucho más. Es un ladrón, su propio apellido lo dice si alteramos las letras. No creo que guarde grandes secretos pero sí inmensas traiciones. Y quién sabe dónde está el dinero.
Hoy he leído en la prensa que quieren embargarle la cantidad cobrada por la cadena televisiva en la que ha sido entrevistado. Pues no es mala idea, francamente, siempre y cuando hagan lo mismo con Julián Muñoz, otro ladrón con menor condena. Roldán no tiene Pantoja que le cante ni que le visite ni que le abandone. Encima, el hombre es muy feo, y no tiene mucho arreglo por asesor de imagen que se le acerque.
El Dioni también es feo, pero mucho más simpático. Los dos son ladrones, cada uno a su manera.
Los periodistas-rejoneadores destinados a hacer de verdugos mediáticos en la entrevista de anoche, estuvieron en su salsa. Pero me pareció de muy mal gusto y totalmente fuera de lugar un comentario concreto de Miguel Angel Rodríguez, que comparó a Roldán con Mario Conde, diciendo algo así como : "Usted es un ladrón que no tiene verguenza y ha venido aquí para dar pena, como Mario Conde". La comparación es pura psicodelia. Todavía hay clases, señor Rodríguez. Se le come el impulso y el jaleo fácil. Su verborrea es una letanía de manual dirigida al pueblo llano que no ha seguido al detalle ni en profundidad el caso Conde. La mayoría de la sociedad no es docta en economía ni en banca, se basa en lo que ve y en lo que le cuentan, como por ejemplo, lo que cuenta usted, y es muy fácil que le crean sentenciando de un plumazo a dos personas que no tienen nada que ver, ni por dentro ni por fuera.
La entrevista de Roldán resultó pobre. La de Conde, en su día, fué sublime.
Roldán no supo defenderse ni siquiera pidiendo perdón. Ingresó en prisión como lo que es, un pobre diablo.
Conde fué defendido en su momento pero sentenciado por todo el país para demostrarnos que los ricos también lloran. Ingresó en prisión con la cabeza alta, mirando al frente y con una dignidad extraordinaria.
Jugando con las letras, y para ser justos, el nombre de Mario contiene las cuatro letras de la palabra "amor", pero sobra una: La i, que es la de la inteligencia.
Ignoro si vió la entrevista, pero se lo preguntaré. Porque lo crean o no, ayer yo pasé cinco horas con Mario.
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