miércoles
La grandeza del ébano era tu longitud, todo tu menester
Cuerpo contra la lluvia y la raíz del junco
Piso, cabaña, casa, ocupa de ti mismo
Señor de los intentos orador por el resto
Un libro, las promesas, una morada errante
Puerto, país, dibujo, notas en el cuaderno
Dame la mano, rompe
La cuerda que presiona tanto pulso
Sigue, que me perdonen
Duerme allí donde el sol se hace benévolo
Allí donde las flores
El zumo y la naranja, los trozos de pan
Seco.
Continúa, no es tarde
Una mujer de nácar te contempla
Tus manos y la fuerza
La lluvia entre los brazos.
Hace mucho de eso, demasiado
Nadie hablaría ahora del pasado
En tu cara el hogar, en el salón
Mulatos
Juegan al dominó, a las damas, al ajedrez
De tantos
Hacen honor al pié como ningún zapato
Tú llegas, sonriente, del trabajo
Y abrazas como nadie
Has cerrado los ojos para pensar de nuevo
Una y mil veces gracias
Por el calor, los cuadros, la cerveza
Salud, amor, intento
Corage e inisitencia. Gracias
Por esta vida entera, te repites. Ya nadie
Podría deducir o imaginar siquiera
Desde tu piel de noble cultivado , la palabra
Patera.
Consuelo García del Cid Guerra
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