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Consuelo García del Cid Guerra

sábado

La indecencia de los truenos para cuando el resplandor

Un rayo desdibujado me ha cegado como no

La turba y ese latido de un rabioso corazón

Asfalto , deber y hacienda donde ya no existo yo

Aquella mansión que era la cueva de alí babá

Mis tesoros sin valor y alguna tormenta atrás

Si pienso veo las rosas lentamente destilar

Aquel perfume tan seco que tu aliento entró a matar

No eras más que libro viejo y una copia de carbón

Tu figura la del ogro y oso desatendido

Tus olores repetidos y un espejo por detrás

Tu miedo no existe tanto

No tienes sermón que dar

No te escucha ni tu voz no tienes sangre

Ni perro

No llames más a mi nombre porque cambié de lugar

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