sábado
La indecencia de los truenos para cuando el resplandor
Un rayo desdibujado me ha cegado como no
La turba y ese latido de un rabioso corazón
Asfalto , deber y hacienda donde ya no existo yo
Aquella mansión que era la cueva de alí babá
Mis tesoros sin valor y alguna tormenta atrás
Si pienso veo las rosas lentamente destilar
Aquel perfume tan seco que tu aliento entró a matar
No eras más que libro viejo y una copia de carbón
Tu figura la del ogro y oso desatendido
Tus olores repetidos y un espejo por detrás
Tu miedo no existe tanto
No tienes sermón que dar
No te escucha ni tu voz no tienes sangre
Ni perro
No llames más a mi nombre porque cambié de lugar
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