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Consuelo García del Cid Guerra

Coto Matamoros: Una buena persona

Lleva dos zarpazos de muerte en el corazón : un par de infartos. El primero en directo, cuando aparecía en crónicas marcianas para ser entrevistado. Su debut fue a lo grande, aguantó el tipo con un dolor terrible en el brazo y problemas de espiración, estuvo a la altura y su intervención resultó tan estelar, que Sardá decidió ficharle como contertulio, pero aquella noche salió del plató directo hacia el hospital Clínico de Barcelona, donde permaneció ingresado. Lo dio todo, y tal vez por eso, se quedó.

Ahí nace el Coto mediático, un personaje creado sobre sí mismo y a la altura de todas las circunstancias. Nos ha hecho reír mucho y nos han enganchado sus gritos, sus discursos canallas con aspecto de lord inglés, sus enfrentamientos ..." dile a Samuel, el negro, que venga que me voy a cagar en su puta madre...", mientras el público jaleaba la figura de este hombre tremendamente grande, ofensivo, sin pelos en la cabeza y sin pelos en la lengua, es decir, a pelo puro y duro por la vida y por el mundo. Sus palabras, arrancadas al hígado, brotaban como un manantial de esputos perfumados cuyo efecto llegaba a todo y a todos, seguramente porque conoce todos los lados. El oscuro, el negro y todos los tonos de la escala Pantone. Sabe escribir, y lo hace muy bien. Sabe de cine ( Plauto, recuerdo distorsionado de un tonto eventual) aunque su película fue extrañamente boicoteada -tal vez porque en España no se quieren Tarantinos- sabe hacer teatro (Coto de Caza) , pero fundamentalmente, es una buena persona. Como pocas.

Coto es un buen tipo antes que un gran tipo. Un coctel molotov, pura explosión ordenada en esa cabeza cuyo privilegio ha conocido la cáscara amarga. Ex convicto, ex cocainómano, ex personaje mediático. Lo dejó cuando estaba en la cresta de la ola. Podía haber seguido años y años, él lo sabe, y su fuente habría sido inagotable. Se paró cuando le dio la gana y santas pascuas. Mientras tanto, entre hermano, hijas y demás familia poniéndole a parir, seguía en el candelero a pesar de cualquier tormenta. No creo que le diera lo mismo pero lo afrontaba. Plantaba cara al más pintado y no le tenía miedo a nada. Mucho Coto. Ahora ha decidido retirarse a Las Terrenas, República Dominicana, harto de este país y de casi todo. Se reconoce asocial y solitario. Escribe y colabora una vez al mes con el loco de la colina. Es noble. Un verdadero noble sin título pero con un nombre que se ha hecho a fuerza de ser como es, dentro y fuera de la pantalla.

Pocos conocen de él palabras como éstas : " ...el primero, un mensaje intimo, era de Alicia. Real o imaginada, ella es el nuevo amor de mi vida, espero y deseo que para toda mi vida, una mujer como para no tener que pedirle más al destino. Por eso, a los diez días de conocerla, y con luna llena, me tatué su nombre en el pecho como recuerdo de nuestra reciente decisión de casarnos. Poseedora de la belleza de su permanente alegría, es un amor para los amores infinitos. Con ella tengo la seguridad de que se acabaron los amores angustiosos y malavenidos. Tal es mi suerte. A su lado me he acostumbrado a la felicidad". (Todo por la fama. Novela de Coto Matamoros).

Lo único que resta, es el regreso al país de las maravillas. Y a mí, darte una vez más las gracias, Coto, por aquello que hiciste hace ya algunos años, cuyo gesto se me quedó para siempre al contemplar a un ser tan sumamente solidario y generoso que no esperó nada a cambio, y que lo hizo sin más, por ser como eres: una buena persona.

 

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