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Consuelo García del Cid Guerra

hasta mañana

Hasta mañana dices, y               tu voz
se apaga y se desprende
como la nieve. Lejos, poco a               poco,
va cayendo, y se duerme,
tu corazón cansado,
donde el               mañana está. Como otras veces,
hasta mañana dices, y te pliegas
              al mañana en que crees,
como el viento a la lluvia,
como la luz               a las movibles mieses.
Hasta mañana, piensas; y tus ojos
cierras               hasta mañana, y ensombreces,
y guardas. Tus dos brazos
cruzas, y               el peso leve levantas, de tu pecho confiado.
Tras la penumbra de tu               carne crece
la luz intacta de la orilla. Vuela
una paloma sola y               pasa tenue
la luna acariciando las espigas
lejanas. Se oyen               trenes
hundidos en la noche, entre el silencio
de las encinas y               el trigal que vuelve
con la brisa. Te vas siempre
hasta mañana,               lejos. Tu sonrisa
se va durmiendo mientras Dios la mece
en tus               labios, lo mismo
que el tallo de una flor en la corriente;
              mientras se queda ciega tu hermosura
como el viento al rodar sobre               la nieve;
mientras te vas hasta mañana, dulcemente
por esa senda               pura que, algún día,
te llevará dormida hacia la muerte.

 

 

Leopoldo Panero.

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