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Consuelo García del Cid Guerra

1975

Tiene el vientre blanco y un ombligo hacia fuera

Quiere salir

Salirse de madre. Sabe que es imposible. Huele igual que todas las demás. No hay nada personal. Todo es transferible.

A las siete se encienden la calefacción y junto a los radiadores lloramos caliente.

Las cartas se reparten el sábado. Dicen que la correspondencia es privada pero todos los sobres están abiertos. Lo saben todo de todas. Vigilan nuestra sombra y la muerden por la espalda. Registran los armarios, los bolsillos, las bragas. Yo nunca supe que era lo que buscaban exactamente.

Pero nunca encontraron nada.

Mi conciencia estuvo encerrada con ellas. Nada del exterior, nada interior. Ni un solo gesto íntimo excepto en los lavabos. Imposible esconder un secreto.

El papel sabe a yeso amargo. Me lo dijo una interna que se comió dos folios. Era una carta de amor para su novio. Se la trago mientras la monja miraba de reojo hacia su mesa. Ella misma se tatuó con una plumilla rajando la carne. Limpiaba su sangre como un cirujano y metía tinta china azul. Escribió : “Fuga rápida, inmediata”. La llaman Veneno porque dicen que es mala. Pero me abrazo una noche después de los rezos y me dio su colonia. Lo único que quería era que le hablara de Franco y que le dijera cuando se va a morir. Yo le dije que no podía durar mucho.

-¿Entonces nos queda poco tiempo de estar aquí encerradas?

-Veneno, no lo se.

-Tu tienes el bachillerato, lo tienes que saber.

 

 

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