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Consuelo García del Cid Guerra

las hermanas de la magdalena







Los conventos de la Magdalena en Irlanda eran gestionados por las hermanas de la Misericordia en nombre de la Iglesia católica. Acogían a muchachas enviadas por sus familias o por los orfanatos, que allí quedaban encerradas y a las que se obligaba a trabajar en las lavanderías para expiar sus pecados. Dichos pecados eran de distinta naturaleza: desde ser madre soltera a ser demasiado bella o demasiado fea, o demasiado simple o demasiado inteligente, o víctima de una violación, y por tales pecados trabajaban sin percibir ninguna retribución, 364 días al año, y se las hacía pasar hambre, se las sometía a castigos físicos, humillaciones, violencia física y moral, y se las separaba de sus hijos. Las penas que tenían que cumplir eran ilimitadas. Miles de mujeres vivían y morían allí. Cuatro de estas jóvenes padeció este drama en los años sesenta, una época de liberalización de costumbres para la mujer. Estas jóvenes católicas estaban viviendo una pesadilla como poco medieval, mientras el mundo exterior sostenía tácitamente (y en algunos casos activamente) la existencia de un Estado teocrático. Allí se desarrollan sus personalidades, en un ambiente controlado y dominado por mujeres vírgenes, siervas de Dios, esposas de Cristo. Cada una a su modo, las jóvenes intentan rebelarse, y sus vidas siguen trayectorias distintas. El último convento de la Magdalena en Irlanda cerró sus puertas en 1996.

    

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