Blogia
Consuelo García del Cid Guerra

BELLA IDIOTA

No reconozco la condición femenina actual. Ni la entiendo ni me gusta, y en consecuencia, tampoco la comparto.

La igualdad de derechos se ha interpretado de la peor manera: Sin maneras.

Una gran mayoría de mujeres (no importa la edad, hay de todo) se ha dedicado a hacer con el hombre exactamente lo mismo que ellos se permitieron hacer con nosotras. Vuelta de tuerca. Se repite la historia con el sexo contrario.

Los machitos se iban de putas porque no podían satisfacer sus deseos o fantasías con sus santas esposas o novias. Pero despreciaban y desprecian a las putas. Y esos mismos son cazados por señoras que son muy putas.

“¿Quieres que sea tu zorra?”

“¿Quieres que sea tu puta?”

Son frases habituales en momentos álgidos  (que no sublimes) pronunciadas por cazadoras profesionales de maridos (si pueden) o amantes ( por algo se empieza). Buscan un tipo que les resuelva la vida. Son las nuevas geishas sin escuela, van por libre. Incluso es posible que se enamoren, por aquello de que “el roce hace el cariño y la necesidad tiene cara de hambre”.

 Son capaces de conseguir un apellido ( señora de) follando en el mismo lugar donde se caga, es decir, el wc de cualquier bar musical o discoteca.

Se cargan matrimonios estables destrozando familias a golpe de coño.

Acostumbran a ser bellas, muy bellas. Y esas bellas desprecian a las putas profesionales que trabajan para mantener a sus hijos o sobrevivir a situaciones precarias.

 Explotan como la pólvora. Saben hacia donde ir pero no tienen ni idea de saber estar. Se abren de piernas en medio minuto, apuestan por el primero que se presenta e inician su labor profesional. No conocen otra lucha que la de la gimnasia con carne.

Lo peor de todo esto es que pretenden meternos a todas en el mismo saco.

No, señoras. Marquemos la diferencia, please.

Tengo amigas extraordinarias que luchan solas como leonas para salir adelante. Que se han separado de maridos con pasta sin pensar en un complicadísimo futuro inmediato. Llaman a todas las puertas y arañan las paredes en busca de un trabajo digno. Viven solas y no están en venta porque valen mil veces su peso en oro.

Esas “otras” mujeres que –desnudas y jadeando- miran al macho con gesto de loba en celo al tiempo que repiten:

“¿Quieres que sea tu zorra?”

“¿Quieres que sea tu puta?”

Esas son, sin duda, las verdaderas zorras y las verdaderas putas.

 

 

 

0 comentarios