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Consuelo García del Cid Guerra

COMPAÑEROS DEL ALMA

La psiquiatría es un cajón de sastre, y los enfermos del alma están en sus manos. Se ha evolucionado mucho al respecto. Actualmente, los centros psiquiátricos funcionan de un modo muy distinto al de hace algunos años. Ya no se ingresa a un enfermo mental para los restos. Tampoco se aplica Lobotomía , pero sí los llamados  TEC (Terapia Electro convulsiva): Electroshock), cuyos efectos secundarios provocan pérdida de memoria reciente. Los especialistas aseguran que es mucho más peligroso el empleo de medicación.

Cada persona es un mundo, pero el de los enfermos del alma es un mundo, aparte y sin reino. Dicen que el alma pesa 21 gramos. Eso, como el regreso del coma, provoca reflexiones muy profundas.

 

Se recetan medicamentos fortísimos con una facilidad pasmosa. El paciente se va con las recetas, no está controlado, altera la pauta y puede morir legalmente drogado en nombre de laboratorios farmacéuticos cuyo cocktail provoca una gran explosión química interior.

Incluso pueden llegar a interpretarse como suicidios, pero no lo son. No siempre. Nadie sabe cómo y sólo el muerto supo cuando.

Es como el silencio de los corderos. Los diagnósticos de bipolaridad, trastorno de personalidad o conducta antisocial, también son cuestionables.

Cada uno elige su camino y es dueño de su propio destino. La tristeza no se cura con pastillas, pero si puede quedar en suspenso, ausente, colgada de una nube irreal que no pertenece al cielo. Es terrenal. Indecentemente terrenal.

Las pastillas serenan el pulso dando marcha atrás a la sensibilidad. Se vive a cámara lenta. Cambia la mirada. No hay nada más terrible que la mirada del “¿loco?”, puesto que exterioriza sin pudor el fondo oscuro del alma. Da miedo.

Ellos mismos no se sostienen y se aíslan.

Acostumbramos a pensar en la locura sólo cuando resulta evidente: En aquél que asegura ser Napoleón o en el otro que se pasea desnudo por la calle con una flor en el culo.

Sin embargo, catalogamos de “enfermo mental” al que, desgraciadamente, sufre, y no sabe ni puede vivir con su tristeza

-Los que se desorientan caminando. Los que sienten vértigo al bajar las escaleras. Los que padecen crisis de ansiedad y pánico. Los que lloran con facilidad. Los que no distinguen los colores o el valor de las monedas.

Muchos llegan a la depresión por presión. Entorno social, trabajo, familia, amigos. Hay razones y depresiones. A veces se ven obligados a traicionar a alguien cercano para ser ellos mismos.

Yo me cuestiono seriamente la muerte  de Michael Jackson, la vida de Frances Farmer y el eterno ingreso en manicomios de Leopoldo María Panero. De los tres que he nombrado, solo queda uno vivo: El más grande de los poetas de este siglo.

 

 

 

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