CARLOS BARRAL
“… el niño, convenientemente abrigado, había salido a la playa donde se encontraría con los niños de la vecindad, los hijos pequeños de aquella marinería que habitaba ese barrio extremo y popular del frente marítimo, el Trajo de l’Espineta, residencia de pescadores pobres, marineros de cubierta y sin intereses en la mar …” (Carlos Barral)
Quienes tuvimos la suerte de conocerle en Calafell, descubrimos que con el fuimos mucho mas que veraneantes. No solo la pasión por la literatura nos acerco a Carlos. Era la llamada del mar. Un lugar al final del paseo, su famoso bar. “Espineta”, junto a la casa azulada donde el escribía y recibía a todo aquel que se acercaba. Acudí a Carlos antes de cumplir los veinte años, con un manuscrito bajo el brazo. La entrada a aquella casa era como un ritual: Se abría paso a la magia de lo posible: Escribir. Fue encantador y hospitalario. Prometió leerlo y me invito al día siguiente.
“Escríbelo de nuevo”, me dijo. Y lo hice, mientras su perra Kalinka y mi pastor alemán Gunther correteaban por la playa. “Cuidado con la Kalinka, dijo, porque tiene extraños embarazos psicológicos”.
Barral era un señor. Su figura de caballero andante, cual Don Quijote erguido y esquelético, con cierto aire de soldado, imponía un respeto espontáneo que acostumbraba a desaparecer en muy pocos minutos, porque era cercano. Se reconocía burgués y exquisito. Su original barba fue imitada por los poetas de la época, que a toda costa querían parecerse a el sin conseguirlo.
Licenciado en Derecho en 1950,fue el protagonista, junto con Jaime Gil de Biedma, de la famosa generación literaria de los 50. ( José Agustín Goytisolo, Gabriel Ferrater, etc).Toda su vida estuvo ligada al mar y a la localidad de Calafell, donde incluso se confeccionaron unos muñequitos de plástico como souvenir con la figura inconfundible de Carlos: Barba, pipa y gorra de “Capitán Arguello”.
Asumió la dirección de la editorial Seix Barral, empresa familiar fundada por sus padres en 1911, dando un giro personal que supuso la referencia literaria del mundo hispano editando clásicos de cultura progresista de los años cincuenta, sesenta y setenta. Creo el premio de novela Formentor, el Biblioteca Breve y el Barral de novela. Fue uno de los artífices del llamado “boom latinoamericano”, dando a conocer a grandes autores como Marse, Vargas Llosa, Bryce Echenique o Cortazar. Sin embargo –y este reproche le persiguió hasta la tumba- rechazo “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.
Fue senador por Tarragona en 1982 y parlamentario por el PSC-PSOE. En 1988 obtuvo el Premio Comillas de Tusquets Editores en la categoría de Memorias por “Cuando las horas veloces”.
Escribió treinta años de diarios y mantuvo correspondencia (cuando todavia las relaciones epistolares eran valiosas) con Max Aub, Maria Zambrano, Cela, Delibes, Torrente Ballester, Aleixandre, Alberto Oliart, Gil de Biedma, Jaime Salinas y los presos políticos de Burgos. Su archivo se encuentra depositado en la Biblioteca de Cataluña.
Murió en 1989. Se fue demasiado pronto.
De Carlos lo he leído todo. Conservo en una carpeta algunas de sus cartas con el logo de Seix Barral. Están escritas a maquina eléctrica y firmadas a pluma con tinta azul. Si tuviera que elegir, sin dudarlo me quedaría con un grandioso poema de “Usuras y Figuraciones” ( Lumen, poesía, 1979). Lo compre exactamente un 13 de Agosto de 1979. Acostumbraba a poner la fecha junto con un curioso exl-libris que hice yo misma. En la primera pagina, escribí:
“Adquirido fuertemente por un deseo indómito, mas curioso que necesario, en recuerdo de Carlos”. Las páginas del libro no estaban cortadas, por lo que las rasgue una a una con un cortapapeles. Esa barbilla insolente que desiguala en grosor y forma, hace del ejemplar algo distinto, como lo fue su barba. El tono blanco ha amarilleado con el tiempo.
http://www.dailymotion.com/video/x4lr6r_carlos-barral_people
UN LUGAR DESAFECTO
Penetrare la cueva
de bisonte y rail riguroso
la piedra decimal que nunca
conoce.
Soy urgente
y frágil
de alabastro.
Iré.
Iré al angosto
pasadizo sin dolor que habitan
y por la larga espalda de las sombras
sobre un viento de vidrio.
Cuentan todos por sueño
y el sueño tan aprisa
los parpados tramonta y se revuelve
sobre su huella…Turbios
como el temor o ciegos como el humo
Inútilmente se preguntan.
Saben.
Pero no yo.
Quisiera
averiguar si aun el pacto antiguo
puede ser entendido, si allá arriba
En el fragor de torres,
de suplicada primavera –lejos
del muro que tallaron - vive
Carlos Barral.
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