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Consuelo García del Cid Guerra

A GRACIANO LADRILLO HORMIGON E HIJOS

Te escribo a ti que eres tanta gente, y como a todos, en su día te vi llorando de amargura por asuntos varios . Eras Don Nadie y te morías por ser Alguien. Dabas el pego y no tenias apego ni arrestos en fingir cualquier cosa. Con los abstemios no bebías, con los alcohólicos pillabas memorables merluzas, y con los cocainómanos te metías unas rayitas. Nunca pagabas, por cierto. Eras y eres el eterno-a invitado-a hecho para la ocasión. Si había putas, follabas. Si se trataba de acudir acompañado, te acompañaban. Tu Cartier era falso y todavía no tenias ninguna visa oro pero si la tarjeta de El Corte Ingles.

Se te veía bien pero nunca acababas de cuajar. La verdad es que me ha hecho falta medio siglo y unas cuantas hostias para descubrir que eras un-a trepa. Despacito, como las tortugas. Sumiso-a, como secretaria lánguida que tecleaba cartas de honor en una vieja Underwood. Te vi, pero no te seguí, craso error antes de caer en el horror. La gente como tu nunca es guapa ni fea, resulta insulsa como la sopa de letras sin sal, no es mas que agua caliente para darse friegas en salva sea la parte, si es que todavía la mantienes virgen.

Votabas a los socialistas para creerte moderno. Confundías a Kafka con un diseñador cuando lo de la famosa moda de España. Me confesaste sin reparos (lo recuerdo perfectamente) que solo habías leído un libro en tu vida: Juan Salvador Gaviota, y que tuviste que leerlo dos veces porque la primera no lo entendiste. Intente ayudarte porque me lo pediste, dándote el mejor de los consejos : “Lee el periódico todos los días”, dije. Y muertecita me dejaste al saber que nunca, nunca, habías pasado de los deportivos. Bien. Nunca pensé en la existencia de los electroencefalogramas planos, no frente a mí, trajeado, posible, documentado y con coche. Y era acojonante verte leyendo el periódico, tío-a. Lo era porque las noticias te retrataban, me explico:

-Las internacionales te importaban un carajo porque pillaban lejos, muy lejos. Pero las de aquí te las tomabas al pie de la letra. Tanto, que un día leíste algo sobre bandas de skean-heads y llamaste a tu mujer cagando hostias para que cerrara la puerta con llave y bajara las persianas, porque dentro de tu escaso cerebro se metían los datos de forma enfermizamente alarmista: “Barcelona esta llena de skean-heads. No se te ocurra salir de casa”.

Aun así, leías lentamente con cara de borrego y  espantabas las moscas con desprecio. A tu hija-o , le decías que si no estudiaba, acabaría de dependiente-a en El Corte Ingles. Sin embargo, tú, hablabas de “la faena”, las “cocretas”, “amotos”, y confundías los acentos con errores de teclado. Al fin, tu mujer tuvo un orgasmo y corrió a urgencias , presa de una gran confusión. Con el tiempo te hiciste budista, imagino que seducido por algún nuevo amigo-a, y hubo que aguantarte con la sonrisa de patético personajillo colgando de tu cara, vamos, que parecías uno de aquellos niños de dios pero sin dios que te soltaban lo de “paz y amor” por buenos días.

Te metiste en el ladrillo y la verdad es que el negocio parecía hecho a tu medida. La tripa salio enseguida y empezaste a fumar cohibas. Apadrinaste tres niños del tercer mundo mientras el tuyo crecía y se hinchaba como un globo aerostatico. Te conocían, eso si, en todos los baretos de barrio. Te conocía el bueno del limpiabotas, el barbero, el mecánico y el portero. Y al fin llegaste a conseguir que te llamaran “Don-ña”. Ahí empezó lo malo. Te creciste, chaval-a.

A pesar de creer que la frase de “cherchez la famme” se refería al titulo de una obra teatral y que Herman Hesse descubrió la penicilina.

Soñabas con que tu hijo fuera medico y entre jeringuillas termino el chico,  si…

Hoy te he visto en la cola del paro con aquella misma cara que cuando nos conocimos. Llevabas un periódico bajo el brazo y los zapatos sucios. Estabas muy asustado.

Por eso te he escrito a ti, que eres tanta gente Porque tú eres todos los que subieron como la espuma rápidamente, en brazos del poder armado del recién estrenado euro y borracho de año 2000, principio de siglo y de tu fin. Los que, pese a arrimarse, jamás han estado a la altura. Los que, como tu, siguen sin entender las noticias y necesitan criados que les traiga el café, las tiritas y hasta los condones si se tercia.

Cenutrios, hormigones, carne de subastero.

“Dale poder a un obrero y se convertirá en Hitler”. El resentimiento social ha escrito frases como esta, tan crueles como determinantes. Que cada uno lo interprete como sepa o como pueda.

                                                                                

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