MALDAD
Agrio, acido, avinagrado, sobrevino en el beso tu mal sabor de boca
Tu inmenso vientre al sol sonrosando a los cerdos. Por animal me supe
Perdida en tus infiernos. Me detengo al pasar por la que fue tu calle
Casi todas tus casas y tus libros. Ninguno llego a ser pertenecido. Nada
Pudo contigo sobre el sensible peso de aquella enorme grasa de traidor
Vestido de fantasma creaba los mil cuentos. Turbio. Contaminado.
Un dobladillo viejo. Una jaculatoria. Durante el frío babas y sudor para el resto
De un año y otro al lado del gorila que estuvo pisando de todos el primero
Ángel jamás custodio y oraciones herejes. Papel carbón. Plagio. Refrigerio.
Me contaste mentiras perfectamente hechas. Realidades falsas.
Sabias al jabón de los infiernos y al olor de las cárceles. Interrogabas
Jornada tras jornada sobre el mentón satánico del verbo. Tu tono fluctuaba
Monocorde, travieso, peligroso, holgazán. Vendedor de espejismos
Territorio privado donde todo fue tuyo. Cuando la mar en calma
Arrojaste serpientes en la espuma. Por orilla un esputo. Por luna tus cerillas.
Roncabas a la noche superando leones. Jamás hubo tigresa.
Desde el fondo en ti mismo una razón espesa, la del lobo que aúlla
Las mejores tormentas. El polizón perfecto. La masa turbulenta.
Me preguntaba entonces que hembra pudo hacerte. Que clase de coito
Mantuvo la simiente. Esa mujer sin hembra, esa gordura fea. Perfume
Derretido a una extraña razón. Temperamento. Estaba. Mantenía su afán
En ser parte de esto. Tu alma de cuchillos. El edredón poseso.
La tumba de tu afán por existir. Los sesos. Criadillas de puerco aventajado.
Corazón en formol. Venganza. Feto. Incluso al recitar todos los nombres, pienso de tu nariz una caverna helada donde esconder el tiempo
Por mucho que ha pasado no lo olvido. No puedo. Te he visto regresar
A la provincia quieta donde insististe hacer una vivienda. Llovía
Demasiado. Se extendió la pandemia. Un huracán atroz con tu saliva
Desvivido en mi muerte por casi todo el siglo. Salí corriendo, sabes
Que nunca imagine al espejo el aspecto que tuve. Te he borrado.
No eres ya nada más que una guadaña. Se te nota en la cara.
Por el padre que nunca tuvo hijo.
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