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Consuelo García del Cid Guerra

TERROR

El terror explicito, en cuyas películas catalogadas como tales, los espectadores disfrutan con trepanaciones de cerebro, cadáveres descuartizados y todo tipo de imágenes sangrientas elevadas a la enésima potencia, a modo de divertimento en ocasiones cómico, pero partiendo de la porno-tortura y la pasión por la sangre, denominan al género como “splatter o gore”.

Al principio de los años 20 se creo el “Codigo Hays”, un tipo de censura que determinaba el tipo de películas que podían verse o no en pantalla, por lo que el genero “gore” estuvo prohibido durante mas de cincuenta años.

Actualmente, este tipo de cine ha llegado a tener tal cantidad de adeptos que  se habla incluso de “cultura” , cuyo medio de expresión se encuentra no solo en el cine, también en comics, libros e internet, donde pueden encontrarse fotografías de torturas reales, violaciones o decapitaciones. La realidad es que se ha normalizado una apología a la violencia sumamente nociva, siempre argumentando que “no es real, es pura ficción”. Del mismo modo que del amor al odio hay un paso, no seria muy cuestionable meditar sobre los conceptos concretos referidos a este tipo de tendencias, aficiones o pasiones. Entiendo que el placer por la sangre, el sufrimiento, la tortura, el miedo, pánico o terror, forman parte de un cuadro social  tolerado que, a mi modo de ver, resulta tremendamente nocivo. Violencia juvenil, asesinatos por impulso en manos de adolescentes cada vez mas jóvenes cuyo entramado social consiente la visión de atrocidades varias por puro divertimento. Sin embargo, cuando en este sentido la realidad supera toda ficción, nos echamos las manos a la cabeza. Quien siembra vientos recoge tempestades. Detesto este tipo de cine tan publicitado, éxito seguro en taquilla y cuyas salas se encuentran repletas de jóvenes que se ríen a carcajadas ante primeros planos de asesinatos en los que la tortura en toda su esencia juega un papel fundamental. No nos engañemos : La posibilidad de convertir en realidad ese tipo de historias esta cada vez mas cerca. Basta con consultar estadísticas, analizar la delincuencia juvenil, las distintas formas de matar, sus causas y efectos, han creado defectos seriamente preocupantes en los que brota la violencia con suma facilidad. Me sorprende, a la par que me asusta, que cintas como “Saw” lleguen a tener cinco y seis partes, con éxito garantizado en taquilla. Por azar, solo he visto una de ellas y tuve suficiente: Pase la mayor parte del tiempo con los ojos cerrados, horrorizada ante semejantes barbaridades. Hablar de ficción cuando se disfruta con la sangre y el sufrimiento humano, aun tratándose de actores,

puede llegar a provocar autores muy bien adoctrinados , fuera de una realidad confundida, tal vez, por una necesidad enfermiza de violencia. La fuerza por la fuerza, el sentimiento caníbal, ese placer por quebrantar las leyes que no basta con un arma blanca, pistolas u objetos punzantes. El argumento de esas películas es pobre, escaso, apenas se sostiene. Tiene mucho en común con el porno : Medio minuto de dialogo y a saco. Planos explícitos con escenas de gran crudeza y vísceras esparcidas”. ¿Qué extraño lado oculto lleva a un ser humano a tener la necesidad de contemplar algo así y disfrutar enormemente con ello?

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