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Consuelo García del Cid Guerra

PALABRAS PARA EL NIETO THIAGO

El rostro de tu padre era tierno y pequeño. Nació con tanto pelo que incluso fue posible definir una raya, al lado, entre aquella pelusa negra perfectamente lisa. Dormía boca arriba con las manos abiertas. Desde su primer llanto supe que debía protegerle para toda la vida. Resultó un parto largo. Me negué a la anestesia. Quise verle salir con mis cinco sentidos, consciente hasta el final. Sabía ya la fecha, 11 de Julio, puesto que fue inducido. A las cinco menos cuarto de la tarde nació mi primer hijo. Olvidé los dolores, todo el mundo era mío, no ansiaba nada más. Sobraba todo. Le recibí triunfante como al príncipe soñado. Qué hermosa era la vida.

Hoy tu padre me ha dicho que está prevista tu llegada para el martes 2 de marzo. Me cuesta imaginar qué parte exacta vas a heredar de todos nosotros. Ignoro hasta dónde puede llegar la marca genética y qué lugar de tu cuerpo nos recordará algo. Estás cerca, ya no eres remoto. Tu existencia va a dar ese gran paso, más allá de las ecografías. No tienes la más mínima idea de la abuela que te espera.

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