Blogia
Consuelo García del Cid Guerra

de las Estafas


 

"Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno".

Tomemos la definición de "estafa" al pié de la letra según el Código Penal :
producir "engaño bastante" siempre es relativo. Partiendo del desconocimiento ( que no exime del cumplimento de la ley, vieja y célebre frase), vivimos sujetos a una serie casi ilimitada de normas desconocidas, entendiendo como tal a la famosa letra pequeña. que esta ahí, impresa, al final del contrato, con un color distinto, más endeble al resto de la tinta, acompañado de una serie de disposiciones finales que no te cuentan -literalmente hablando-pero cuentan ,al fin y al cabo, para perjudicar de una forma u otra. Si eso no es "engaño bastante" que venga san dios y lo vea. Pero no pasa nada. Obviamente, produce error en otro, el interesado que pone todo su interés en un producto, servicio o inversión.
Si analizarámos cual estudio sanguineo la escala Pantone que cambia de golpe y porrazo para indefinirse, plasmar al final -siempre al final- de cualquier documento, no hay otra intención que la de despistar ó producir error, puesto que lo más importante se dice siempre al final y resulta prácticamente invisible como tengas miopía, vista cansada, cataratas ó astigmatismo, es decir, la mayoría de carencias visuales de cualquier hijo de vecino.
Amparados en dichos legajos de diseño están todos los bancos y financieras, -sin ir más lejos- mientras nos mandan en el tiempo a tomar por saco,enredados en la selvátca urbe, atrapados por lo doméstico con o sin sede social. Llegados a este punto -y seguido- la doble moral es comparable a la legalización de las estafas, a modo de producto temporero, o como sucedió con el prestamismo laboral : Delito antaño civil que se legalizó con las Empresas de Trabajo Temporal, dichosas, qué dichosas ETT´s , gourmets del contrato basura y explotación generalizada. Por eso, quizá, solicito la beatificación de todos los ladrones sencillos, los que, sin infraestructura, consiguieron y consiguen robar al más pintado. Que los inmortalicen cual Julio Romero ( ó Ramera) de Torres, allá donde la espalda pierde su casto nombre y se divisa el olvido.

0 comentarios