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Consuelo García del Cid Guerra

INTERVENCIÓN REAL

http://www.youtube.com/watch?v=BCdsuncLfaI

 

Un nódulo real benigno está dando la vuelta al mundo. Juan Carlos I permanece ingresado en el Hospital Clínic de Barcelona tras una operación quirúrgica. Entrar en talleres nunca es agradable. Para nadie. Perseguí la noticia de un informativo a otro, tratada en todas sus formas. De pronto, la posibilidad –afortunadamente improbable, pero nunca imposible- de quedarnos sin Rey, me alarmó : España -en plena crisis- ¿cómo reaccionaría ante semejante pérdida?. Funerales de lujo, egregios hijos, ex yerno, yerno todavía legal vigente pero ante una extraña confusión –se ha puesto tierra de por medio, la sospecha está tan servida como sembrada- y nuera modelo de estética que acabará consiguiendo parecer modelo de virtudes ( ¿Teologales?).

Su árbol genealógico actualizado, casi moderno : Entre Marichalar, Undargarín y Ortiz, la progenie imprime carácter, aunque nunca será lo mismo ser infanta que princesa. Nuestro Rey reina, pero no gobierna, aunque se le otorgue tratamiento de Jefe de Estado. Es entrañable –monárquicos o no- y cuenta con una enorme dosis de cariño por parte del pueblo Español. Quizá lo de “pueblo” resulte aquí y ahora más adecuado que nunca. Somos la larga crónica de un pueblo asustadizo que se cae a pedazos y derramaría lágrimas de sangre ante la muerte de su Rey. Y España, mañana, no sería republicana, porque eso cuesta un dineral y no está el horno para bollos, pero que tampoco nos alteren la temperatura porque podría salir el sol –cara al ídem- por Antequera.

Hablando de pasta – que es una ordinariez, ya lo sé-, la boda de nuestro príncipe con una plebeya, chica de andar por casa cuyos pasos y poses han cambiado mucho ( esa boda costó una fortuna mas lo que cuelga, puesto que no es lo mismo casarse con alguien de sangre real o simplemente noble, que con la vecina del quinto, como quien dice, o mejor dicho, como lo digo yo). La palabra “plebeya”, como la palabra “paya”, tiene ciertas connotaciones peyorativas, a pesar de que las asumimos con cierta facilidad. Pero vamos al Tajo, que no quiero desviarme: El enlace real con Letizia Ortiz se llevó un pastonazo por delante y por detrás, porque no es lo mismo traer puesta la corona de otro país –sin ir más lejos y nunca mejor dicho- o el titulito lugareño de andar por casa hasta llegar a la corte- que la chica de al lado, cuya familia es inmediatamente asumida –y presumida- por la corona, en tanto y cuanto precisan de seguridad –por ejemplo- vestuario, vivienda, coche y trabajo, acordes con su nueva situación. Todo cambia. Absolutamente todo. Y en ese todo y más, pagado por nosotros a golpe de Agencia Tributaria con impuestos puestos, resulta que la peña Ortiz vive mejor que nunca. No está mal el apaño, pero podían haberlo consultado, digo yo. Me refiero a una consulta lógica : Referéndum al canto :¿ Quiere ud que España continúe siendo una monarquía o no?.. Y nos atendríamos a las consecuencias sin necesidad de secuencias histriónicas sobre los modelitos de la periodista asturiana convertida en princesa, sobre su saber o no estar y bajo el perfil de una nariz recientemente recauchutada. Desde mi sincera Mente no pretendo meterme con ella porque me de lo mismo si se desliza o me atropella porque el día que la pierda yo no sufriré por ella, si aparece o si se esconde, si se marcha o si se queda, miriñaque de diseño, principio de una anorexia o discurso a medias tintas, insisto, porque su boca se equivoca –como la de todos los mortales- , pero cuesta un imperio cada uno de sus ya reales movimientos.

Por lo que a mí respecta, larga vida al Rey, pero tras él, la posibilidad de una bandera tricolor : Un ajuste de hechos por derecho.

Viva la República.

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