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Consuelo García del Cid Guerra

Extra Oficial Mente


Curiosa Mente la mía, que a lo largo de los años se mantiene intacta ante asuntos memorables. Reencontrarme con Marta, gamberra donde las haya, ha resultado un episodio muy divertido. Mientras te cuentas la vida recorres el pasado a gran velocidad, y compruebas cómo a partir del momento en que nos separamos nada ha transcurrido como era de esperar. Puede que porque no esperábamos nada más que dejar pasar la vida y entretener el tiempo con la mejor de las intenciones y pocas atenciones al respecto -con el debido respeto- y un futuro tan interesante como imperfecto.
Hay edades estúpidas, décadas anodinas o todo lo contrario, sin querer, sin buscar. No sé si es el destino, el azar o la tómbola. Depende de la apuesta personal de una. O no. Sincera Mente, ni idea.
A la mayoría no les pasa nada y a otros les pasa de todo. Cuando tu vida se convierte en una película y consigues divertirte casi todos los días, la balanza se inclina por el peso pesado de tu biografía, que merece ser contada incluso antes de cumplir los treinta. No se trata de ir de fiesta, salir de noche o alternar con los mil hombres. Para nada. En absoluto. Basta con dejarte llevar y asomarte al más alto de los balcones, sentir el subidón, hacer la digestión en condiciones y no perder el norte aunque todos repitan una y otra vez que se te va la olla. Sólo entonces podrás recordar a quien sabías que se le iba a ir de verdad, puesto que has sido testigo de grandes decisiones erróneas que sin duda pasarían factura. Hemos recordado a Cristal puesto que su destino estaba cantado, tanto como el solo de una soprano : Aria por excelencia que pone los pelos de punta al más pintado. Ella conoció a un ser repugnante que la enamoró. Era demasiado evidente, todo y todas se lo decíamos, pero el amor es ciego y borde line. Te deja en un estado de idiotez catatónica del que no te recuperas hasta el final de los fuegos artificiales. Cristal se volvió loca. Se fué con el monstruo del lago Asnef, convencida de que era el hombre de su vida. Rodeada de lujos y dispendios, se emborrachaba con Moet Chandon en la suite más cara del hotel Arts mientras daba rienda suelta a sus consecuencias horizontales. 
La decisión de Cristal estuvo llena de facturas impagadas. Rubia, con los ojos azules, bajita y resultona, conoció a un tipo impresentable que se presentó sólo como llovido del cielo. El tipo tenía dos perros a los que decidió bautizar como "Ray" y "Asnef". Los nombrecitos tenían su coña pero ni a Marta ni a mí nos hacían mucha gracia porque pensamos desde el principio que había gato encerrado. Era más feo que pegar a un padre pero estaba -aparente Mente- forrado de pasta. Tenía todos los números y la ordinariez del nuevo rico. Vivía a todo tren, presumía de forma indecente y gastaba más de lo que cualquier mortal podría imaginar, por lo menos mucho más de lo que soñaba Cristal, que de pronto se sintió la protagonista de "Pretty Woman" (hay que ver el daño que ha llegado a hacer esa película), pero es que ni él era Richard Gere, ni ella una puta. Se casaron en una ceremonia digna del más absoluto dispendio. La madre de Marta no dejaba de repetir que parecían "La bella y la bestia" : Y cuánta razón tenía. Su existencia se desarrolló en multitud de cambios de domicilio, viajes, grandes compras impulsivas y reventones al más puro estilo tarjetazo. Crédito tras crédito-nunca superior a tres mil euros-que nunca pagaban. Cuando se le agotó el nombre a él, empezaron a jugar con el de ella, que no hacía demasiadas preguntas mientras seguía la fiesta. Todos tenemos un precio, y nuestros plazos de vida bancaria se agotan en un par de años, como se apaga la pasión dando lugar al inicio de la presión.
Marta se llenó de deudas y su armario de modelazos carísimos. Todo era superlativo, enorme y circunstancial. Terminaron en un bajo de alquiler junto a sus más bajos instintos, distintos e infelices al más puro estilo Bonnie and Clyde pero sin sangre. El tipo tenía un par de guardaespaldas, amenazas de muerte además de una confusa empresa para blanquear dinero. Cristal le abandonó una tarde, ciego de cocaína, para emprender un nuevo viaje cual llanera solitaria aquejada de un extrañísimo síndrome de Cleptoma- Níaca- Despechada. Mala alumna y cero en conducta. Cristal roba en grandes almacenes todos los días. Sabe hacer saltar las duras alarmas con una destreza profesional, y cuando no puede, rodea el artefacto con unas tijeritas de las uñas cortando alrededor, porque ella no se corta ni media. Conoce todos los trucos para pasar desapercibida, los comercios que no tienen las máquinas electrónicas para tarjetas de crédito y funcionan todavía con la rudimentaria "sandwichera", donde todo el monte es orégano y permite desfalcos cada cuarto de hora. Nunca -hasta la fecha- le ha pasado nada. Asegura que ella representa al 20% establecido como pérdida o lucro cesante que todas las grandes superficies asumen. Es decir, con los años se ha convertido en una ladrona profesional. Estaba -insisto- cantado, aunque me niego a creer que fue el tipejo quien la enseñó tanto. Puede que simplemente activara la caja de los truenos y el lado oscuro que todos llevamos dentro. Sigue siendo rubia, con los ojos azules, bajita y resultona, con el agravante de que ahora, la impresentable es ella.

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