MARTES
Se ha terminado el tiempo de tu constante incordio. Late por clavicordio un celeste que imita la postura fetal de esas cejas enjutas. Te veo sin mirar. Te oigo y ya no escucho. Ruido. Música. Desde las diferencias llamadas como irreconciliables escupo a tu estatura. Soberbio, lenguaraz, resol molesto. En guardia las sirenas, los ácaros y elfos. Fruta del bosque dura que por mínima escucha la oración medieval de todas las tormentas. Excúsate. Se te sabe traidor y eres reconocido. Por la calle demandas el hecho de tu nombre. Pobre y nada más que pobre hombre. No llames a las puertas. Tus nudillos delatan la razón y la ofensa. En este escrito insisto sobre el perfil maldito que engalana el deudor. Moroso por moral. Apático y abúlico. Aspirante a pirata que me pasa revista como un militar. Bandido. Poca monta. Calvatrueno ridículo del vómito nocturno. Nada más que borracho. Nada más. Poco menos.
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