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Consuelo García del Cid Guerra

JAQUE AL REY, EL INTOCABLE

JAQUE AL REY, EL INTOCABLE

Juan Carlos I llegó al trono sin riqueza alguna. Cuentan que le pedía dinero a su padre, Juan de Borbón, con el objeto de visitar a Sofía en Atenas cuando todavía eran novios.

Contrajeron matrimonio en 1962. El banquero Luis Valls Taberner, creó una “suscripción popular” para los recién casados, dote de la que partirían sus gestiones de financiación. En realidad es muy sencillo, puesto que ni siquiera se trataba de un crédito y tampoco se le llamó impuesto, y los españoles colaboraron encantados de la vida. Tanto como leían la famosa revista Hola, publicación que se ha mantenido hasta la actualidad sin alterar demasiado su estilo. Tanto como actualmente se contemplan a diario programas tipo Sálvame y se sigue la llamada prensa del corazón. Sólo hemos cambiado las formas, puesto que el fondo es muy parecido. Pero entonces llevábamos en el corazón a nuestro Rey, y era un cariño tan sincero como la necesidad de creer en alguien terrenal que estaba cerca de Dios. Debajo, pero cerca, y así se mantenía la patria : “ Por Dios, por la Patria y el Rey, murieron nuestros padres, por Dios, por la Patria y el Rey, moriremos nosotros también”. Quedaban demasiados restos de sangre, mucha hambre e incultura general. Cuando Lola Flores, atrapada por Hacienda, dijo que si cada español le daba una peseta se le acababa el problema, es que tenía toda la razón. Pero no se la dimos, a pesar de todo lo que nos regaló ella.

Una vez pasada la bandeja popular que inyectó liquidez a la casa real, y en la que colaboraron también diversos banqueros, nobles y empresarios franquistas, la fortuna de Juan Carlos creció hasta lo que es ahora: 1970 millones de euros en menos de cuarenta años, más que la del dictador, pero muchísimo menos que la del cuestionado yerno Urdangarín, que en diez años de matrimonio ha amasado, supuestamente, ocho millones. Es tan simple como sumar y restar, y tan asombroso como el hecho de reconocer que la única diferencia reside en que ahora las cosas se saben, y algunas se condenan. No por transparencia o justicia, sino porque la ciencia avanza una barbaridad : Somos difícilmente controlables. La tela de araña informática se expande a una velocidad de vértigo, y aún así, se aplica censura, se prohíbe y se cuestiona algo tan evidente como el sentido común. Desde la propia estructura de la libertad, los censores y verdugos de un régimen supuestamente democrático, aplican las dosis necesarias de poder suficiente como para asustarnos a todos, como si de romper un protocolo invisible se tratara. Por tanto, incluso lo inexistente existe para correr los más tupidos velos y continuar sin tocar al intocable, por muy evidentes que resulten los hechos presentes, pasados o futuros.

Sin embargo, también el Rey es poseedor de un miedo encontradizo que jamás reconocerá públicamente. Ese miedo tiene nombre : República.

España está demasiado seca. Demasiado rota. Parece que hayamos emparentado a la fuerza con aquella primera familia televisiva ejemplar : Los Botejara, en brazos de la segunda : Los Alcántara.

La familia Botejara tenía su canción : “Hubo en España una guerra, que como todas las guerras, la ganara quien ganase, la perdieron los poetas”.

“Cuéntame”, es el nombre de la serie actual que representa a los Alcántara, y también el título del famoso tema.

 Y en ese extraño cruce de blanco y negro a color, por no saber, ni siquiera hemos sido capaces de sublevarnos en condiciones y poner nombre y apellidos a las urnas dando la cara. Votamos lo que no somos, desconociendo el gran peligro del silencio.

 

“Un rey golpe a golpe” ,  libro escrito bajo el seudónimo de Patricia Sverlo, nombre que -según Carlos Machado- “ podría encubrir a un grupo de periodistas de izquierda o al coronel comunista Amadeo Martínez Inglés”, habla de nuestra monarquía. Entre otras muchas cosas, afirma que los militares actuaron el 23F por obediencia debida al Rey, puesto que el mismo no sólo era conocedor de los acontecimientos sino que participó en el plan. En realidad, una mujer que no existe ha contado lo mismo que nosotros pensamos y decimos, pero sólo en petit comité. Nos quedamos en la sobremesa sin llegar siquiera a lo que se entiende por tertulia. Patricia Sverlo sostiene que el general Armada fue fiel al Rey hasta el final. Tanto, que poco antes del juicio, le escribió una carta solicitando su permiso para revelar parte de una conversación mantenida con él. El Rey jamás se lo concedió. 

Jugada maestra. Con la misma cara de póker, Juan Carlos I tranquilizó a un país que temblaba de miedo. Más que Rey, parecía un juez de paz dispuesto a repartir calma, tras manejar a su antojo militares a los que dejó completamente colgados. Ya entonces, demasiados sectores apostaban por el final de la monarquía.

“El golpe del 23F,al fin y al cabo, acabó triunfando de cualquier modo. No solamente por la sesión de maquillaje a que fue sometida la versión oficial. La pasividad popular fue el éxito más importante.Consiguieron que toda España se quedara clavada ante el televisor esperando las palabras del monarca, con una representación regia digna de sainete del “gobierno de salvación nacional”. Su éxito recogía los primeros años de la transición, con los partidos defraudando las expectativas y las reivindicaciones populares”. ( Un rey golpe a golpe, Patricia Sverlo).

El libro está prohibido en España. Al parecer, sólo puede conseguirse por encargo en lugares determinados del país vasco, pero está colgado en internet :

http://win.cut-bai.org/unrey.pdf

 

¿Es de sorprender que a estas alturas de todos los partidos –políticos y de fútbol- se prohíba un libro en nuestro país?. Sí. Sin ninguna duda. Y voy más allá de mi propia ignorancia, puesto que lo descubrí hace muy pocos días y gracias a una amiga cuya vida en Italia le permitió conocer una serie de acontecimientos sobre la corona, pero desde fuera. En Italia se publicaron fotos del Rey desnudo, en su yate, sólo y acompañado. Fotos que –según ciertos rumores- fueron compradas en su momento por la revista Hola para que nunca pudieran ver la luz en España. Y no la vieron.

No somos por ello más o menos ignorantes : Lo somos por nosotros mismos.

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