PREVENTORIOS: EL SISTEMA
Las niñas del Preventorio Dr Murillo (Guadarrama) recuerdan con angustia aquel único vaso de agua diario que se les permitía beber.
La ingesta de pasta dentífrica refresca la boca. En busca de esa sensación algunas se la comían como supuesto alivio a la sed. Actualmente, el hecho se considera una nueva enfermedad del apetito llamada Síndrome de Pica, nombre de una especie urraca cuya costumbre recoge todos los elementos posibles para armar su nido.
Según Steffen Heger, psicoterapeuta de Colonia "La extraña enfermedad puede tener causas físicas, mentales e incluso culturales".
Sobre el papel, todas ganaron peso. Salían del Preventorio con más kilos de los que entraron. Supuestamente famélicas, desnutridas y enfermas, o al borde de estarlo. En consecuencia, los informes médicos físicos siempre serían favorables. Los psíquicos brillaban por su ausencia. El trato vejatorio marcó a todas aquellas niñas para el resto de sus vidas. Incluso algunas que pasaron sólo meses en el Preventorio de Guadarrama, jamás han podido olvidarlo.
La “labor social” documentada, cumple todos los requisitos oficiales para justificar el asilo, tratamiento y cura a miles de niñas que fueron ingresadas procedentes de toda la geografía española. Existía un sistema que se entendió a todos los Preventorios nacionales. El de Aigues de Bussot, La Sabinosa, Mazarrón…testimonios tan similares como estremecedores.
-Viajes en tren hasta llegar a su destino, en los que eran obligados a permanecer en la misma postura, pegados unos a otros, hacinados en vagones de carga.
-Reclutamiento a golpe de pito en un enorme patio donde eran destinadas a las distintas salas de colores.
-Despojo de ropa y enseres personales. Corte de pelo casi al cero. Entrega de “uniforme” liviano en invierno que se utilizaría también en verano. Calzado de esparto. Bragas enormes atadas con cintas.
-Desinfección. Las internas eran obligadas a permanecer durante 24 horas rebozadas en unos polvos blancos y con una toalla en la cabeza.
-Las filas en las duchas, completamente desnudas, para ser introducidas de cuatro en cuatro bajo un chorro helado y a coscorrones. El individuo que actuaba como “fotógrafo” apartando a las más desarrolladas para ser retratadas.
-Bofetadas, patadas y palizas incluso por el simple hecho de mirar a los ojos de las cuidadoras durante un plazo de tiempo que se discurría como rebelión externa.
-Silencio absoluto a la hora de la siesta, sin poder moverse ni un milímetro. Cera caliente que se les echaba sobre las palmas de las manos como castigo, o quemar el trasero con cerillas cuando se orinaban en la cama.
-Correspondencia censurada para que no pudieran contar la realidad del trato recibido por las cuidadoras. Idéntica medida a la hora de las visitas.
-Comida repugnante que estaban obligadas a ingerir, puesto que en caso de vomitarla, eran forzadas a comer sus propios residuos ante todas las demás.
-Requisa de alimentos o regalos de familiares que nunca se devolvían.
Posiblemente nos encontremos ante una forma de holocausto español. Posiblemente se haya ignorado porque no hubo muertos. Por ello es la causa de los vivos.
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