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Consuelo García del Cid Guerra

QUÉDATE

QUÉDATE

No recuerdo porque nunca olvidé.Tal vez sea un retrato,como la misma palabra indica: volver a tratar, tratar de nuevo en un retroceso inevitable que se aposenta,triste,cualquier domingo por la tarde.Mis amigos muertos antes de tiempo, contra todo pronóstico pese al se veía venir o es lo mejor que podía pasar.Muertos anónimos para la mayoría,cuyos nombres no significan nada, ni siquiera el más mínimo lugar común,pero que son todo mi terreno,la historia,ese principio y presencia que te acompaña hasta el final de todos los días.Nunca falta ese guiño,la nostalgia,el preguntarte qué habría hecho él o ella en situaciones semejantes a las que uno vive.

M.se fué,o le llamaron.Víctima de una sobredosis, no sé si de vida o de muerte.Se parecía a Sting.Decía que una noche perfecta era un buen polvo,una borrachera,unas buenas hostias y regresar a casa al amanecer con la prensa aún caliente bajo el brazo.Había sido doble de escenas peligrosas y me enseñó a jugar con cartas marcadas.La última vez que le ví llevaba una camisa blanca estampada con huellas de labios rojos.Tal vez quería darse todos los besos del mundo,los que aún le quedaban o le correspondían.Vivió tan aprisa como las grandes figuras.Tenía 29 años.

L.se mató lentamente,a conciencia.Era la mujer más buena que he conocido.Nunca existirán bajo los ojos de nadie unas ojeras tan negras como las suyas.Decían que se las pintaba,pero yo sé que no.Eran suyas.Se lo bebió todo, se lo inyectó todo,se lo fumó todo.Al final no era más que una sustancia.Su padre me entregó el certificado de defunción, y en él se describía uno por uno todos sus tatuajes.El más hermoso: Las patas de un gato recorriendo su espalda hasta llegar a la nuca.Quizá aquel felino se le metió tan dentro que arañaba sus años hasta la saciedad.Tenía 40.

A M. Asesinado por el SIDA a los 33.Vivió dentro de un armario de madera noble.Ni siquiera al final quiso reconocerse,y afirmaba que pudo ser una puta.Una puta que le pegó el virus a quien jamás conoció mujer.De él aprendí gran parte de todo lo que soy,de lo poco que sé,de lo que está por llegar.Nunca he podido acostarme antes de las dos de la madrugada cada 9 de junio.Es como si el insomnio insistiera de manera salvaje diciendo : Espera, quédate.

Quédate, me repiten.Yo no les ví venir, y tampoco fué lo mejor que podía pasar.Ellos deberían estar aquí,dándome la bronca.Puedo ver sus rostros sin el menor esfuerzo.No necesito cerrar los ojos, ni tener pesadillas.Ni siquiera busco fotos.Las llevo dentro de mí con esa fuerza volcánica de la sangre elegida.

 

http://www.youtube.com/watch?v=JB5fPEugZoY

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